Encuentro con A

No sé la de tiempo que llevaba hablando con A por internet, pero me gusta bastante. Es un hombre de 46 años, rapado, ojos claros y una perillita de truhan del Siglo de Oro que me encanta. Me había quedado sol@ en casa y decidí invitarle. Al principio parecía que la cosa no estaba clara pero después de llamarme y contarme que había un atasco enorme de camino a su casa, que prefería venir a verme y así nos relajábamos un poco. No tardó nada en llegar. Aunque no me lo dijo creo que él había hecho antes parte del camino para no dejar escapar ni un solo minuto.

Le recibí vestid@ con unos leggins que me hacen unas piernas preciosas, y le dije que me diese unos minutos para maquillarme (todo fue un poco acelerado) pero insistió en que me quedase así. Así que comencé a desnudarlo para que estuviese cómodo. Le meti la mano en la ropa interior y me topé con un amiguito medio duro que pedía a gritos ser liberado. "¿Y esto?", le pregunté. "Esto es lo que voy a darte de merendar, que te veo con carita de hambre", me respondió. Se tumbó en la cama, ya sin nada de ropa, y me acerqué a su polla para ponerla completamente a tono. Pegué mi cara a sus huevos y respiré ese olor con el que alguna vez había fantaseado. Fue imposible no querer saborearlos, así que me dediqué a merendarme bien sus pelotas y dejarlas bien húmedas. ¡Me encanta crear un efecto de ventosa y dejarlas salir de la boca con un "chup" bien sonoro! Además, verle cerrar los ojos y resoplar es algo que siempre me invita a seguir haciéndoselo. Aproveché para pasarle la lengua por el perineo, y a darle besitos ahí. Eso acabó de ponerle bien duro... "Así, así me gusta", me gemía.

Una vez comidos los huevos, utilicé toda la saliva que le había dejado para descapullarlo suavemente, dejando salir todo el glande y pajearle muy despacito. Una de las cosas que más gusto le dio fue que cambiase la posición de las manos y lo tratase como si fuera un pollón descomunal, que, aunque no lo era, lo tenía bastante gordo. Total, que cuando ya sale todo el capullo y se pone enorme, le escupo desde donde estoy mientras le miro a los ojos y le extiendo toda la baba por el tronco. "Eres toda una putita pajillera" era todo lo que podía decirme. Ni que decir tiene que eso me puso a mil y le contesté: "también me encanta comérmelas hasta el fondo". Y dicho y hecho: abrí la boca y para dentro como si fuese un plátano. Hasta que encontré el tope de su pubis y ya pude alojar todo el rabo dentro de mi boca. Repetí eso varias veces para convencerme a mí mism@ de que era capaz de deglutirle la polla y aguantar con ella dentro. Lo que sucede es que eso me hace salivar un poco más, y cada vez que la sacaba de entre los labios era como si la hubiese metido en un panal de miel, pero en este caso un mejunje riquísimo de mi saliva y su preseminal.

Pasamos a rechupetear el tronco y los huevos como si no hubiera un mañana. Me hizo ponerme a cuatro patas en la cama y ahí aprovechó para darme unos buenos azotes por ser tan comepollas (literalmente, eso me dijo, y ¡me encantó!). Sentir que no se cortaba un pelo al darme en el culo y a la vez con la otra mano me empujaba la cabeza contra su rabo me volvió loc@. Vaya ratito bueno echamos con eso. Y es que encima él iba diciéndome de todo y animándome a seguir, y yo gemía y gemía lo que me dejaba, que con la boca llena es difícil... :P

Acabé con la cabeza colgando de mi cama, mientras abría bien la boca y le recibía entero dentro de mí. Las folladas de boca es algo que no debe faltar en el repertorio de una mamoncit@, y en vista de lo duro que estaba y lo cachondo que lo tenía, no me lo quería perder. Cada embestida era más fuerte que la anterior, y opté por relajar la garganta todo lo que pude y dejarle hacer a su antojo, que él marcase el ritmo. Eso sí, yo a salivar todo lo que pudiese... ¡Que escurriera bien!

Después de la follada de boca que me metió ya le noté muy cerca de correrse, y me hizo arrodillarme y mientras le lamía los huevos y le miraba, pedirle (más bien suplicarle) por la leche. Empecé a gemirle y a decirle lo zorrita que me pongo cuando me dan leche, que me pringase la cara, y en nada de tiempo cumplió mis deseos: acabé con todo el cerco de la ojera y la mejilla llenos de leche blanca, abundante y muy espesa. Y él dándome con la polla en la cara para aprovechar todas las gotitas que quedaban. Me mandó ir a mirarme al espejo para ver "lo guapa que me había dejado", pero antes de eso quise dejarle el rabo bien limpito y así asearle antes de marcharse. Entonces me la metí en la boca como a cámara lenta y succioné muy suave, sacando la lengua y recorriendo en círculos su glande sensible para dejárselo reluciente. Terminé dándole un besito en la punta y marché a verme, tal y como A me había pedido. El caso es que me encontré muy mon@ con media cara llena de su corrida. Procedí a limpiarme yo y le despedí con mucha efusividad, eso sí, no se marchó sin antes volver a darme un azote.

Horas más tarde, me escribió para recordar la jugada, y le pedí disculpas por no haber estado "de chica", que temía que no se le pusiera dura si no me veía así. Pero él, con esa sinceridad que le caracteriza, me soltó que si un tío no empalma con mi boca entonces está muerto... que así da gusto dejarse mamar. Estas cosas me dan un poco de vergüenza pero me animan a seguir mamando. La próxima vez que nos veamos, creo que va a querer clavármela por detrás... Aunque no me importaría nada volver a chupársela y pajearle, lo pasamos fenomenal.