Cuaado el deseo llama
Es todo un lenguaje corporal y mental. Se cuando sintonizo y alguna persona me interesa. Algo desencadena en mí el deseo, la necesidad de acercarme y de entregarme.
Venero hacerme anhelar todos, seducir como hembra golosa que se parte, excitar en los machos la necesidad de poseerme. Me abrasan las miradas de deseo, como hostigan embelesados los monees de mis ancas, como escudriñan en la comisura generosa de mis pechos, adivinado mis coronas rosáceas y mis pezones rígidos desbandarse de mi por el deseo.
Todo es una sinfonía de palabras no dichas. La ropa provocativa marceando mi contorno, el caminar bamboleando las caderas, mi culo en popa abierto y bien marcado, mi risa loca, la sonrisa tierna, los muslos bien torneados, el pelo suelto, la mirada fija y cómplice. Quizás los penetrantes viseo al bulto del macho, el mordisquearle los labios disimuladamente, mi legua que me delata.
El macho presagia mi deseo y calcula los gimoteo
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y súplicas que entre llantos escaparía de mis labios con el martirio de de su pene excavando mi organismo y yo rogando dócil por ser gozada. Es la conmoción de la fiebre del deseo lo que me da existencia, ya se desencadeno la sinfonía de pasiones donde soy víctima y victimario.
Sé que sin dudar el final será que su simiente y los ardores de desenfreno en celo transitaran a mi cuerpo y en vibrantes convulsiones recibiré el galardón de su secreción.
Que importa adónde. En un cobertizo sombrío, en un baño obsceno, o en el camastro de rosas de un hotel alojamiento, en el asiento de un coche, en un callejón solitario.
Que importa cómo. Con mi boca, con mi vagina, con mi culo, sobre mi cara y mis tetas, con mis manos, con todos los placeres o solo abriéndome y dejándolo poseerme, toda su leche será mía.
Venero hacerme anhelar todos, seducir como hembra golosa que se parte, excitar en los machos la necesidad de poseerme. Me abrasan las miradas de deseo, como hostigan embelesados los monees de mis ancas, como escudriñan en la comisura generosa de mis pechos, adivinado mis coronas rosáceas y mis pezones rígidos desbandarse de mi por el deseo.
Todo es una sinfonía de palabras no dichas. La ropa provocativa marceando mi contorno, el caminar bamboleando las caderas, mi culo en popa abierto y bien marcado, mi risa loca, la sonrisa tierna, los muslos bien torneados, el pelo suelto, la mirada fija y cómplice. Quizás los penetrantes viseo al bulto del macho, el mordisquearle los labios disimuladamente, mi legua que me delata.
El macho presagia mi deseo y calcula los gimoteo
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y súplicas que entre llantos escaparía de mis labios con el martirio de de su pene excavando mi organismo y yo rogando dócil por ser gozada. Es la conmoción de la fiebre del deseo lo que me da existencia, ya se desencadeno la sinfonía de pasiones donde soy víctima y victimario.
Sé que sin dudar el final será que su simiente y los ardores de desenfreno en celo transitaran a mi cuerpo y en vibrantes convulsiones recibiré el galardón de su secreción.
Que importa adónde. En un cobertizo sombrío, en un baño obsceno, o en el camastro de rosas de un hotel alojamiento, en el asiento de un coche, en un callejón solitario.
Que importa cómo. Con mi boca, con mi vagina, con mi culo, sobre mi cara y mis tetas, con mis manos, con todos los placeres o solo abriéndome y dejándolo poseerme, toda su leche será mía.
6 years ago