Working from home
Ha amanecido hace un buen rato y me esfuerzo por seguir con los ojos cerrados. Para un día que puedo dormir un poquito más… pero no hay manera. Abro un ojo, luego el otro, me desperezo y me noto un tirón en una teta, la derecha. Cosas del verano, siempre pasa lo mismo. Una mujer sabe que hay dos verdades en esta vida: La primera, que la muerte siempre llega y todos nos vamos a morir, antes o después, y la segunda, que si duermes en verano con una camiseta de tirantes, amaneces con una teta fuera. Es lo que hay.
Me noto mojada. Creo que he soñado que estaba con él, como lleva pasando las últimas semanas. Bajo la mano y la cuelo por debajo de la cinturilla del pantalón del pijama, y sí, mojada. Acaricio mis labios despacio, los separo para tener acceso al clítoris y lo rozo levemente con la punta de un dedo. Me estaba esperando… me conoce, me ansía, y sabe que hacemos un buen equipo: él, mis dedos, mi mente. Mi mente… cierro los ojos y sigo despacito, apretándolo y dejándolo libre, poniéndolo entre dos dedos y presionando un poco más fuerte, que no haya dolor, pero que me haga sentir ese pinchazo dentro. Mi cerebro hace el resto, y me lleva de viaje a una habitación, con él, con una silla donde él está sentado, desnudo esperándome. Me arrodillo y le separo las piernas, en silencio. Me gusta darle placer, es algo mutuo: Me excita enormemente saber que con mi lengua puedo hacer que todo desaparezca y que sólo estemos él, yo, mi boca, mi lengua. Tiene una erección considerable y me vuelve absolutamente loca de deseo, de ganas de hacérselo tan rápido que se corra enseguida, pero no… quiero que dure. Quiero que cuando él también duerma, le venga al subconsciente este momento y lo tenga todo tan nítido en la mente, que no le haga falta ni tocarse para que consiga correrse.
Mi adorada polla… La cojo suavemente con la punta de los dedos y la recorro de arriba abajo, muy despacio. Rozando las venas, que ya están henchidas, y disfrutando del pensamiento de que, en unos instantes, toda ella estará en mi boca, llenándola, alcanzando la campanilla y haciendo que mis labios se tensen alrededor. Oigo su respiración, algo entrecortada, y sosteniendo sus huevos en las manos beso el glande, que está terso y tirante. Mi lengua lo toca, lo beso. Miro hacia arriba y busco el consentimiento en sus ojos, y sonríe. Es el momento. Vuelvo a centrarme en mi preciado trofeo, y lo vuelvo a besar. Está cálido al roce de mis labios, y mi lengua roza su agujero. Meato urinario. Vaya puto nombre feo para una parte del cuerpo al que yo tengo en tanta estima. La introduzco un poco… y después hago círculos en la superficie el glande, mojándolo con mi saliva. Dejo que caiga más desde mi boca y que vaya mojando el resto de la piel, y con la mano la acompaño hacia abajo, donde mis dedos presionan en la base para que se ponga más erecta, si cabe, porque ahora mismo tiene el tamaño perfecto. Me puede el ser tan golosa y en una porción de segundo la deslizo dentro, hasta el fondo. Así permanezco unos segundos, notando que llega bien dentro, pero sigo presionando con mis dedos la base, y sé que le gusta porque su respiración ha cambiado. La deslizo fuera de mí, despacio. Sé que le gusta alargar el momento, por eso quiero hacérselo de manera tranquila, sin prisas. Ya habrá tiempo de follar como salvajes, pero ahora mismo mi única obsesión es darle el mejor orgasmo de su vida. La tengo erecta, delante de mí, cubierta de saliva… soplo en su glande, y sé que el contraste de mi saliva y boca caliente con el aire le provoca un escalofrío. Vuelvo a metérmela y ahora sí, me dedico unos segundos a presionar con los labios cada vez que entra y sale, buscando el contacto con sus venas. Libero la base de la presión de mis dedos y subo las manos hacia su vientre, donde tiene ese vello que me vuelve loca. Le he pedido que no se depile jamás, porque me encanta deslizar las uñas entre ellos, tironear con suavidad cada vez que le estoy comiendo la polla. Y es justamente lo que hago ahora. Tengo urgencia por saborear su semen, me encanta cuando se corre y el chorro me llega a la parte de atrás de la garganta, caliente, espeso. Pero no… tiene que ser largo, porque cuanto más largo, más intenso. La saco de mi boca de repente y la tomo en mis manos, y rozo con ella los labios, mis mejillas, mientras que con las manos tiro de la piel hacia abajo, para que el glande quede indefenso ante mis dientes. Lo beso y lo rozo con la punta de los dientes. Una ligera presión, que note que le raspo la piel. Vuelvo a metérmela dentro. Está hecha a mi medida… y es el momento en el que noto que estoy tan mojada, que lo que realmente necesito es que se corra, porque acto seguido quiero que me penetre y me tenga así, en sus brazos, sentada a horcajadas, mientras beso su boca con ansia esperando que vuelva a tener otra erección. Tomo sus huevos en una mano, pesándolos, moviéndolos lentamente de un lado a otro… mientras que con la otra mano acompaño su polla cada vez que entra en mi boca. Salivo tanto que noto que se me sale por la comisura de los labios. Es urgencia, es deseo, es ganas de ver cómo cierra sus ojos el momento antes de correrse. Y casi está en ese punto en el que le flaquean las piernas, y se deja llevar. Imprimo a mis movimientos más velocidad, más cadencia y cuando escucho que jadea sé que llega el momento que he estado buscando desde que me arrodillé. La introduzco de golpe en mi boca y miro su rostro, le cojo de las manos y le aprieto, para que sepa que estoy preparada para que se corra dentro de mí y que me llene la boca con su semen. Viene un torrente espeso y salado, que paladeo porque mi lengua lo busca, un segundo, un tercero. Trago para que no me ahogue, y en ese momento me doy cuenta que no he parado de tocarme en todo este rato… que estoy a punto de correrme, pero quiero esperar, hacerlo durar durante la mañana. Ponerme a trabajar y usar uno de mis juguetes a velocidad mínima pero constante… sentarme sobre él y hacer mis tareas… pensando en que habré acumulado tanta excitación que en cuanto cambie la velocidad, o me masturbe a media mañana, tendré un orgasmo increíble, porque lo bueno se hace esperar. Y será cuando esté en esa masturbación cuando piense que justo después de correrse, me he sentado sobre su polla aún erecta y he hecho que entrara en mí. Y contra su cuello pondré mis labios, y jugueteando con el lóbulo de su oreja, le pediré que me lea al oído, algo sucio, algo que le encante. Y contrayendo los músculos de la vagina le atraparé hasta que esté listo para otro combate.
Me noto mojada. Creo que he soñado que estaba con él, como lleva pasando las últimas semanas. Bajo la mano y la cuelo por debajo de la cinturilla del pantalón del pijama, y sí, mojada. Acaricio mis labios despacio, los separo para tener acceso al clítoris y lo rozo levemente con la punta de un dedo. Me estaba esperando… me conoce, me ansía, y sabe que hacemos un buen equipo: él, mis dedos, mi mente. Mi mente… cierro los ojos y sigo despacito, apretándolo y dejándolo libre, poniéndolo entre dos dedos y presionando un poco más fuerte, que no haya dolor, pero que me haga sentir ese pinchazo dentro. Mi cerebro hace el resto, y me lleva de viaje a una habitación, con él, con una silla donde él está sentado, desnudo esperándome. Me arrodillo y le separo las piernas, en silencio. Me gusta darle placer, es algo mutuo: Me excita enormemente saber que con mi lengua puedo hacer que todo desaparezca y que sólo estemos él, yo, mi boca, mi lengua. Tiene una erección considerable y me vuelve absolutamente loca de deseo, de ganas de hacérselo tan rápido que se corra enseguida, pero no… quiero que dure. Quiero que cuando él también duerma, le venga al subconsciente este momento y lo tenga todo tan nítido en la mente, que no le haga falta ni tocarse para que consiga correrse.
Mi adorada polla… La cojo suavemente con la punta de los dedos y la recorro de arriba abajo, muy despacio. Rozando las venas, que ya están henchidas, y disfrutando del pensamiento de que, en unos instantes, toda ella estará en mi boca, llenándola, alcanzando la campanilla y haciendo que mis labios se tensen alrededor. Oigo su respiración, algo entrecortada, y sosteniendo sus huevos en las manos beso el glande, que está terso y tirante. Mi lengua lo toca, lo beso. Miro hacia arriba y busco el consentimiento en sus ojos, y sonríe. Es el momento. Vuelvo a centrarme en mi preciado trofeo, y lo vuelvo a besar. Está cálido al roce de mis labios, y mi lengua roza su agujero. Meato urinario. Vaya puto nombre feo para una parte del cuerpo al que yo tengo en tanta estima. La introduzco un poco… y después hago círculos en la superficie el glande, mojándolo con mi saliva. Dejo que caiga más desde mi boca y que vaya mojando el resto de la piel, y con la mano la acompaño hacia abajo, donde mis dedos presionan en la base para que se ponga más erecta, si cabe, porque ahora mismo tiene el tamaño perfecto. Me puede el ser tan golosa y en una porción de segundo la deslizo dentro, hasta el fondo. Así permanezco unos segundos, notando que llega bien dentro, pero sigo presionando con mis dedos la base, y sé que le gusta porque su respiración ha cambiado. La deslizo fuera de mí, despacio. Sé que le gusta alargar el momento, por eso quiero hacérselo de manera tranquila, sin prisas. Ya habrá tiempo de follar como salvajes, pero ahora mismo mi única obsesión es darle el mejor orgasmo de su vida. La tengo erecta, delante de mí, cubierta de saliva… soplo en su glande, y sé que el contraste de mi saliva y boca caliente con el aire le provoca un escalofrío. Vuelvo a metérmela y ahora sí, me dedico unos segundos a presionar con los labios cada vez que entra y sale, buscando el contacto con sus venas. Libero la base de la presión de mis dedos y subo las manos hacia su vientre, donde tiene ese vello que me vuelve loca. Le he pedido que no se depile jamás, porque me encanta deslizar las uñas entre ellos, tironear con suavidad cada vez que le estoy comiendo la polla. Y es justamente lo que hago ahora. Tengo urgencia por saborear su semen, me encanta cuando se corre y el chorro me llega a la parte de atrás de la garganta, caliente, espeso. Pero no… tiene que ser largo, porque cuanto más largo, más intenso. La saco de mi boca de repente y la tomo en mis manos, y rozo con ella los labios, mis mejillas, mientras que con las manos tiro de la piel hacia abajo, para que el glande quede indefenso ante mis dientes. Lo beso y lo rozo con la punta de los dientes. Una ligera presión, que note que le raspo la piel. Vuelvo a metérmela dentro. Está hecha a mi medida… y es el momento en el que noto que estoy tan mojada, que lo que realmente necesito es que se corra, porque acto seguido quiero que me penetre y me tenga así, en sus brazos, sentada a horcajadas, mientras beso su boca con ansia esperando que vuelva a tener otra erección. Tomo sus huevos en una mano, pesándolos, moviéndolos lentamente de un lado a otro… mientras que con la otra mano acompaño su polla cada vez que entra en mi boca. Salivo tanto que noto que se me sale por la comisura de los labios. Es urgencia, es deseo, es ganas de ver cómo cierra sus ojos el momento antes de correrse. Y casi está en ese punto en el que le flaquean las piernas, y se deja llevar. Imprimo a mis movimientos más velocidad, más cadencia y cuando escucho que jadea sé que llega el momento que he estado buscando desde que me arrodillé. La introduzco de golpe en mi boca y miro su rostro, le cojo de las manos y le aprieto, para que sepa que estoy preparada para que se corra dentro de mí y que me llene la boca con su semen. Viene un torrente espeso y salado, que paladeo porque mi lengua lo busca, un segundo, un tercero. Trago para que no me ahogue, y en ese momento me doy cuenta que no he parado de tocarme en todo este rato… que estoy a punto de correrme, pero quiero esperar, hacerlo durar durante la mañana. Ponerme a trabajar y usar uno de mis juguetes a velocidad mínima pero constante… sentarme sobre él y hacer mis tareas… pensando en que habré acumulado tanta excitación que en cuanto cambie la velocidad, o me masturbe a media mañana, tendré un orgasmo increíble, porque lo bueno se hace esperar. Y será cuando esté en esa masturbación cuando piense que justo después de correrse, me he sentado sobre su polla aún erecta y he hecho que entrara en mí. Y contra su cuello pondré mis labios, y jugueteando con el lóbulo de su oreja, le pediré que me lea al oído, algo sucio, algo que le encante. Y contrayendo los músculos de la vagina le atraparé hasta que esté listo para otro combate.
6 years ago
Terrible.
Ahora si que estoy despierto