EXPERIENCIA EN UN CINE X
Hubo una temporada por los años 75 que una amig@ me enrolo con ella para trabajar en un burdel que había en la calle Entenza de Barcelona. Esta casa de citas tenia un horario muy especial pues empezábamos a trabajar a las 8 de la noche hasta las 4 de la madrugada. Así recogia a todos los que no habían ligado en los putyclubs de la zona y acudían a nuestra casa a vaciar sus testículos en nuestros culos, bocas y vaginas, pues alli había de todo: Trans, gays, travestis, mariconas y mujeres biológicas.
Tanto a mi amig@ como a mi se nos hacia muy pesado el estar esperando hasta las 7 de la tarde, hora en la que empezábamos a maquillarnos y a prepara nuestro cuerpo para la faena que nos esperaba en el burdel. Por eso nos acostumbramos a ir a un cine X, creo que se llamaba ARENAL, en la zona de la plaza de toros. Allí solían acudir muchos hombres, no solo a ver las pelis porno sino además para intentar meter su polla en algún agujero atractivo, rematando la tarde de sexo y lujuria.
Mi amiga y yo llegábamos sobre las 3 de la tarde. Íbamos vestidos de hombre pero en el servicio nos quitábamos la blusa y el pantalón y nos quedamos en lencería de nenas, o sea pantys, sujetador y tanguita. Nos poníamos una serie de collares y nos maquillábamos un poco, aunque luego esto desaparecía totalmente con las primeras mamadas; nos poníamos una pelucona y luego nos cubríamos con un pareo al nivel de la cintura intentando enseñar la parte delantera del tanga y el sujetador. Y nos íbamos a sentar a las ultimas filas del cine. El acomodador, al que frecuentemente le dábamos propinas tanto en dinero como en especie satisfaciéndole en sus instintos sexuales pues era muy putero, nos acomodaba en los mejores sitios de las ultimas filas que casi siempre estaban vacías a esa hora en que llegábamos nosotr@s.
Enseguida empezaban a aparecer moscosos que se sentaban cerca de nosotr@s pero dejando algunas butacas libres, como por miedo al que dirían el resto de los espectadores. Pero a los pocos minutos estaban ya sentados al lado de nosotr@s dos. La táctica que teníamos entonces era tocarles de forma que pareciese accidental su zona púbica. Al momento notabas que reaccionaban empalmándose fuertemente y poniéndose muy nerviosos. En ese momento ya estaban preparados para empezar el juego sexual con ellos. Les bajábamos la cremallera del pantalón y les sacábamos del calzoncillo la polla a ventilar. A continuación me levantaba el pareo y me sentaba encima de su pene totalmente empalmado; movía el hilo del tanga y la polla entraba dentro de mi culito totalmente lleno de gel para facilitar la operación.
Ya solo era cuestión de bombear acertadamente para que la polla desaguase rápidamente dentro del culito lubricando toda la zona adyacente con la lefa que solía salir a borbotones cuando el chico era jovencito. La mayoría se quedaban ya satisfecho con esta corrida. Cuando había alguno que quería más, me arrodillaba entre la butaca y el suelo y le hacia una mamada limpiándole de leche su polla, huevos y zonas limítrofes y mordisqueándoles los pezones, cosa que solía gustar mucho, dada la habilidad que tenía para este menester puteril.
Enseguida el ocupante de la butaca se levantaba y se marchaba. Al poco tiempo otro salido se volvía a sentar en ella y vuelta a empezar toda la faena. Así me solía ventilar a 5 o 6 hombres por tarde, con 3 0 4 mamadas adicionales desaguando alguna también en mi boca.
Algunos de estos amantes espontaneas me preguntaban donde podíamos vernos otro día, con lo que yo aprovechaba para citarles en mi burdel, dándoles una tarjeta de la madame, pero ya como clientes de pago, cosa que nos hacia rentables no solo las noches del burdel sino además las tardes del cine X.
Mi amig@ hacia lo mismo que yo y a las 6 y media salíamos del cine para ir al hostal donde vivíamos y nos arreglábamos, no sin antes darnos una ducha con lavativa incluida pues soltábamos semen por todos los sitios y olíamos a leche una infinidad. Con algunos espectadores mas timoratos, las folladas las hacíamos en el servicio, cosa que no gustaba al acomodador pues ocupábamos un cuartito, pero las propinas hacían milagros.
Así empecé a frecuentar los cines porno e incluso sacarles algún dinerito con los nuevos clientes que conseguíamos allí, pues siempre había 20 3 que nos pedían la dirección del muebleé.
Luego mas adelante, mi amiga y yo empezamos a frecuentar los sex-shop donde a los clientes del local les gustaba encerrarse con una trans en el cuarto donde veía la película porno, intentando imitar con nosotr@s lo que sucedía en la peli. Pero esto ser objeto de otro relato que hare a continuación cuando tenga un poco de tiempo
Tanto a mi amig@ como a mi se nos hacia muy pesado el estar esperando hasta las 7 de la tarde, hora en la que empezábamos a maquillarnos y a prepara nuestro cuerpo para la faena que nos esperaba en el burdel. Por eso nos acostumbramos a ir a un cine X, creo que se llamaba ARENAL, en la zona de la plaza de toros. Allí solían acudir muchos hombres, no solo a ver las pelis porno sino además para intentar meter su polla en algún agujero atractivo, rematando la tarde de sexo y lujuria.
Mi amiga y yo llegábamos sobre las 3 de la tarde. Íbamos vestidos de hombre pero en el servicio nos quitábamos la blusa y el pantalón y nos quedamos en lencería de nenas, o sea pantys, sujetador y tanguita. Nos poníamos una serie de collares y nos maquillábamos un poco, aunque luego esto desaparecía totalmente con las primeras mamadas; nos poníamos una pelucona y luego nos cubríamos con un pareo al nivel de la cintura intentando enseñar la parte delantera del tanga y el sujetador. Y nos íbamos a sentar a las ultimas filas del cine. El acomodador, al que frecuentemente le dábamos propinas tanto en dinero como en especie satisfaciéndole en sus instintos sexuales pues era muy putero, nos acomodaba en los mejores sitios de las ultimas filas que casi siempre estaban vacías a esa hora en que llegábamos nosotr@s.
Enseguida empezaban a aparecer moscosos que se sentaban cerca de nosotr@s pero dejando algunas butacas libres, como por miedo al que dirían el resto de los espectadores. Pero a los pocos minutos estaban ya sentados al lado de nosotr@s dos. La táctica que teníamos entonces era tocarles de forma que pareciese accidental su zona púbica. Al momento notabas que reaccionaban empalmándose fuertemente y poniéndose muy nerviosos. En ese momento ya estaban preparados para empezar el juego sexual con ellos. Les bajábamos la cremallera del pantalón y les sacábamos del calzoncillo la polla a ventilar. A continuación me levantaba el pareo y me sentaba encima de su pene totalmente empalmado; movía el hilo del tanga y la polla entraba dentro de mi culito totalmente lleno de gel para facilitar la operación.
Ya solo era cuestión de bombear acertadamente para que la polla desaguase rápidamente dentro del culito lubricando toda la zona adyacente con la lefa que solía salir a borbotones cuando el chico era jovencito. La mayoría se quedaban ya satisfecho con esta corrida. Cuando había alguno que quería más, me arrodillaba entre la butaca y el suelo y le hacia una mamada limpiándole de leche su polla, huevos y zonas limítrofes y mordisqueándoles los pezones, cosa que solía gustar mucho, dada la habilidad que tenía para este menester puteril.
Enseguida el ocupante de la butaca se levantaba y se marchaba. Al poco tiempo otro salido se volvía a sentar en ella y vuelta a empezar toda la faena. Así me solía ventilar a 5 o 6 hombres por tarde, con 3 0 4 mamadas adicionales desaguando alguna también en mi boca.
Algunos de estos amantes espontaneas me preguntaban donde podíamos vernos otro día, con lo que yo aprovechaba para citarles en mi burdel, dándoles una tarjeta de la madame, pero ya como clientes de pago, cosa que nos hacia rentables no solo las noches del burdel sino además las tardes del cine X.
Mi amig@ hacia lo mismo que yo y a las 6 y media salíamos del cine para ir al hostal donde vivíamos y nos arreglábamos, no sin antes darnos una ducha con lavativa incluida pues soltábamos semen por todos los sitios y olíamos a leche una infinidad. Con algunos espectadores mas timoratos, las folladas las hacíamos en el servicio, cosa que no gustaba al acomodador pues ocupábamos un cuartito, pero las propinas hacían milagros.
Así empecé a frecuentar los cines porno e incluso sacarles algún dinerito con los nuevos clientes que conseguíamos allí, pues siempre había 20 3 que nos pedían la dirección del muebleé.
Luego mas adelante, mi amiga y yo empezamos a frecuentar los sex-shop donde a los clientes del local les gustaba encerrarse con una trans en el cuarto donde veía la película porno, intentando imitar con nosotr@s lo que sucedía en la peli. Pero esto ser objeto de otro relato que hare a continuación cuando tenga un poco de tiempo
1 year ago