Mi primera vez en pantaletas

Mi primera vez en pantaletas

No se cuando empezó todo, creo que fue cuando estaba en la secundaria. Vivía en un pueblo de la provincia Al principio no lo tenía muy claro, pero me empezó a gustar la ropa de mujer, especialmente las pantaletas; tuve puros hermanos hombres ninguna hermana y esto limitaba mucho el acceso a esas lindas prendas. Por razones que desconozco, nunca me llamaron la atención las pantaletas de mi madre . Recuerdo que enfrente de mi casa vivía uno de mis amigos y me la pasaba las tardes jugando con el. Mi amigo tenia una hermana y a su mamá. Cuando estaba en su casa, aprovechaba cualquier descuido de mi amigo y me metía al cuarto donde lavaban la ropa y buscaba las pantaletas de su mamá o de su hermana, cuanto encontraba una, me la metía en una bolsa del pantalón y ponía algún pretexto para regresar a la casa. Me metía en el baño y me encantaba oler las pantaletas, me gustaba el olor a pantaleta recién lavada. Así inicie una colección de lindas pantaletas de las hermanas o mamás de mis amigos. Me gustan las pantaletas completas, de encaje y nylon. En ocasiones, si estaba de visita en alguna casa de los amigos de mis papás, también me iba a los tendederos o a los cuartos de lavar, para ver si había alguna pantaleta tendida y si tenía suerte y me encontraba con alguna, me la llevaba. En una ocasión estaba de visita en la casa de un tío y ahí trabajaba una sirvienta que vivía en la casa de mi tío. Por supuesto que en cuanto pude, aproveché un descuido de la sirvienta que lavo su ropa y dejo en el tendero varias pantaletas. Tome una y la pase también a mi colección de pantaletas. Era una pantaleta azul de nylon con dibujitos de florecitas que me encantó.
Después di un segundo paso, empece a ponerme las pantaletas. La sensación al sentir mi primer pantaleta sobre mi cuerpo fue increíble. Recuerdo muy bien que me puse una pantaleta amarilla de nylon completa. Sentía como se ajustaba a mi cuerpo, como un guante. La sensación de la suavidad de la tela en mis partes íntimas era increíble. De ahí en adelante, empecé a usar pantaletas en lugar de mi ropa de hombre cada vez que podía. Era una delicia ir en la calle y sentir la suave sensación de la pantaleta en mi cuerpo debajo de mis pantalones. Algo que me encanta es la línea trasera del puente de la pantaleta que se les ve a las mujeres cuando traen pantalones de vestir, claro que, cuando traen pantalones de mezclilla casi no se les marca esa linea de la pantaleta para mi mala suerte.
Debo decir que mi curiosidad por el sexo nació también en la secundaria y se fue incrementado, pues aunque no existía todavía la maravilla de internet en aquel entonces, ya circulaban en los puestos de periódicos, algunas revistas pornográficas. Cada vez que caía en mis manos una revista de estas, me deleitaba viendo como se cogían a las mujeres; debo decir que las revistas gays eran muy raras. En esos momentos, aún no me sentía bien definido, no sabía si me gustaban los hombres o las mujeres; no me gustaban muchos los deportes o el fútbol como a mis demás compañeros de escuela, tampoco me daba por jugar con muñecas ni nada de eso, solo mi única fascinación eran y siguen siendo las pantaletas. Debo decir que no me considero un homosexual o gay. Más bien me considero un bisexual pues ya como adulto tuve sexo con algunas mujeres. Pienso que lo que me llevo a despertar mi curiosidad por ponerme pantaletas fue que desde chico mi trasero se desarrollo un poco más de lo necesario y a veces en mi casa me decían que estaba yo muy nalgoncito; por esta razón, siempre que podía, me ponía una de mis pantaletas y me deleitaba viéndome el trasero en un espejo, esto me hacia sentir mas como una mujer. Y una cosa llevo a la otra, si yo tenía un trasero parecido al de una mujer, entonces empece a imaginarme en el lugar de una mujer y lo que sentiría cuando se las cogían, y empece a soñar despierto, y me imaginaba tener a alguien detrás de mi repegandome su verga entre mis nalgas.
En ese entonces, como decía, no existía internet en el pueblo donde vivía, y mucho menos existían tiendas de artículos para adultos, por lo que busqué la forma de sentir algo entre mis nalgas sin exponer mis secretos, pues como ya saben, luego en los pueblos chicos, los chismes corren rápido. Así que siempre aseguré mis secretos contra ojos indiscretos. Como no había juguetes sexuales a mi alcance, tuve que buscar sustitutos. Y para esto me sirvieron bien los palos de t****adores. Cuando me bañaba, me llevaba uno de estos y me metía con mis pantaletas puestas. Siempre me llevaba también un espejo, pues como dije, me encantaba verme con pantaletas en el espejo. Entonces me metía a bañar, me metía a la regadera con todo y pantaletas y después acomodaba el palo del t****ador en una esquina del baño para que no se moviera y me ponía la otra punta entre las nalgas, sobre la pantaleta. Después me acachaba un poco, empezaba a empujar mi trasero hacia atrás para meterme la punta redonda del palo como si fuera una verga. La tela de la pantaleta al ser un poco elástica se me metía en mi trasero junto con el palo.
Después di un gran salto, pues cambie el palo de los t****adores, que estaba rígido y a veces rasposo, por algo más delicioso. Compraron un en la casa un perro, que era un cachorro cuando llego. Al principio era una mascota mas en la casa. Pero empezó a crecer. Era un perro bastante grande y juguetón. Lo teníamos en la azotea de la casa. En una ocasión que subí a la azotea, no recuerdo para que, el perro me recibió gustoso moviendo la cola y se paró en sus patas traseras como queriéndome abrazar. Inmediatamente me vino a la mente unos relatos de z******a que había leído en una revista, donde una mujer se dejaba coger por un perro. Mi mente empezó a trabajar a toda velocidad y me pregunte: ¿y si me agacho y me pongo en cuatro patas como si fuera una perra? ¿y si dejo que mi perro se suba detrás de mi para ver que hace? Y del pensamiento pase a los hechos. El perro se bajo y yo rápidamente me di vuelta para darle la espalda y me agache un poco. El perro se volvió a parar en sus patas traseras y me agarro con sus patas delanteras de las caderas, y empezó a hacer movimientos como si me quisiera coger. Mi corazón latía a mil por hora, sentí muy bien como algo empujaba en mi trasero queriéndose meter entre mis nalgas. Me enderecé y pensé, hay que buscar el momento adecuado para darle las nalgas a mi perro. Y así fue. Esperé un día en que mi familia iba a salir a un evento, al que no quise ir porque dije que tenía mucha tarea y vaya que era una tarea muy especial. Así que me preparé para ese gran día en el que perdería mi virginidad, el día en que le entregaría mi trasero a mi mascota.
Me lleve un espejo a un cuarto que estaba en la azotea y donde guardábamos trastos viejos. También me lleve un jabón, y un traste con agua para enjabonarme el trasero como lubricante. Subí al cuarto y el perro parecía que me estaba esperando pues en cuanto me vio movió la cola con alegría. Me encerré con el en el cuarto. Para esto me había puesto unas pantaletas blancas de nylon completas que me cubrían todo mi trasero y encima traía un pantalón normal de hombre. Inmediatamente le dí la espalda a mi perro y me agache. El se paró y me agarró con sus patas delanteras por las caderas. De inmediato empezó a moverse empujando su verga todavía dentro de su funda peluda sobre mi trasero. Sentía sus empujones sobre mi pantalón. Mi respiración estaba a mil por hora. Me baje al perro y me quité los pantalones. Quede solo en pantaleta y playera y me volví a agachar para que el perro me montara otra vez y de inmediato me agarró por las caderas. Nuevamente sentí como la punta de su verga empujaba pero ahora contra la tela de la pantaleta. Ahora al ser mas suave y elástica la tela, sentía mas claro como su verga empujaba contra el puente de la pantaleta, queriéndose meter en mi trasero. Yo estaba jadeando de la emoción. Me volví a bajar al perro y me preparé para el asalto final. Me baje la pantaleta a media nalga y me embarre el culo con jabón para lubricarlo. Me volví a agachar otra vez y mi perro se subió otra ves detrás de mi agarrándome de las caderas. Empezó a darme unos piquetes con su verga entre las nalgas tratando de encontrar mi ano pero como era la primera vez que estaba con una perra se movía mucho y no encontraba la entrada de mi trasero. Su verga se sentía deliciosa resbalándose entre mis nalgas. Por fin, después de varios intentos, su verga encontró la abertura de mi ano y de un golpe se abrió paso metiéndome varios centímetros de su caliente verga; un empujón más y me la metió toda, hasta el fondo. Cuando sintió el calorcito de mi cola, empezó un rápido mete y saca, bombeandome que daba gusto. Yo estaba en el paraíso, sintiendo por primera vez una verga caliente y gruesa traspasando mi culo, bombeando mi trasero. De pronto mi perro dejo de moverse descargando todo su semen en mi culo, yo permanecí así, sin moverme por unos minutos, en una pose digna de una imagen erótica de película: yo en cuatro patas, con mis pantaletas blancas a media nalga con el culo parado y con mi enorme perro encima de mí agarrándome de las caderas y con su verga enterrada hasta lo más profundo de mi trasero, con sus testículos pegados a mis nalgas.
A partir de ese día, cada vez que podía me encerraba con mi amante, me bajaba los pantalones, me hacía a un lado la pantaleta y me preparaba para que mi perro me agarrara por detrás, me sujetaba de las caderas y me daba una rica cogida bombeandome su verga una y otra vez hasta acabar dentro de mi.
Dejo esta parte de mi historia hasta aquí. En una segunda parte contaré como por fín probé una verga de verdad, por fin sentí lo que era tener una verga gruesa y caliente de un hombre dentro de mi.
発行者 Pantyxes36
3年前
コメント数
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saqndro 2年前
Delicioso amiga fenomenal
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davor66 3年前
Nice and very kinky boy you are.
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