SEDUCCIÓN

Seducción
Estaba en su apartamento. Él era un compañero de trabajo mayor que yo, quince años, para ser exactos; pero a pesar de la diferencia de edad, yo, treinta y el cuarenta y cinco, congeniábamos y podría decirse que éramos buenos amigos. Me pareció simpático y muy agradable cuando le conocí y con el paso de los días, me resulto encantador; tenía encandiladas a casi todas las compañeras de la empresa. Algunas le tiraban los tejos de forma descarada, pero él las atendía de forma muy amable, sin perder la sonrisa. Bromeaba con ellas, las ponía el caramelo en la boca, pero no iba más allá. Yo lo sabía porque llegó un momento en que me lo contaba casi todo. Saliamos a tomar café o quedábamos a comer de vez en cuando, de dos a tres, en un restaurante cerca de la empresa. Poco a poco el ir a comer juntos se fue convirtiendo en norma. Nos despedíamos después del café y me daba un toque -o viceversa- para salir a comer juntos. Hablábamos de temas de trabajo, pero poco a poco fuimos conociendo cosas más personales el uno del otro. Él estaba divorciado y vivía solo en un apartamento a poca distancia de la empresa. Así evitaba los gastos de transporte, pues su mujer se quedaba con una buena parte de su sueldo por los acuerdos matrimoniales de divorcio: la pensión a ella y a sus hijos. Surgió una buena amistad. Sabía que yo estaba soltero y que dedicaba las tardes a ir al gym para estar en forma y que jugaba al padel los fines de semana o hacía senderismo. Él también iba al gym para mantenerse en forma, y a fé que lo estaba, y le gustaba nadar y escribir relatos. Los fines de semana los dedicaba a sus hijos. Un fin de semana cada quince días.
En definitiva, era un buen tipo con el que me sentía muy a gusto. Era cristalino en su forma de hablar y de actuar. Todo corazón, todo energía, todo saber estar. Espléndido y generoso en ayudas de todo tipo. Vamos un hombre encantador. Nunca sospeché nada raro en él. Por eso, cuando me invitó a tomar una copa en su apartamento y a jugar a “Call of duty”, le dije que sí. Tenía curiosidad por saber cómo se jugaba en una pantalla supergigante, donde los jugadores eran casi del tamaño real.
Jugamos casi durante dos horas, picándonos por ver quién ganaba, mientras bebíamos alguna cerveza. Cuando decidimos dejarlo tras la enésima partida, estaba muy cansado y superexcitado por la tensión del juego. Nos reímos al apagar la consola, burlándome de él por la paliza que le había pegado. Entre risas y bromas caímos medio tumbados en el sofá del salón.
No sabiendo muy bien qué hacer en ese momento de medio relax, me preguntó.
- ¿Te apetece ver una película?
- Bueno – contesté sin pensar
- ¿Porno? - prosiguió
Me sentía bastante cómodo con él, pero eso me parecía muy íntimo, para hacerlo en compañía. Sólo había visto una porno acompañado de otros chicos una vez, en una fiesta de desparrame un fin de curso, pero para hacer un poco el tonto y poco más. Pero ahora presentía que esto era diferente. El momento y la compañía eran diferentes, pero fui incapaz de decirle que no y dije “bueno, ¿por qué no?”.
Casi me arrepentí al instante al descubrir que la película no era la típica porno de tíos follándose a tías, sino que resultó ser de temática bisexual, en ella no solo aparecían tías morreándose o comiéndose los coños (algo que me excita enormemente), sino tíos que también se besaban y se chupaban las pollas. La imágenes en la pantalla gigante eran impresionantes. parecía que ambos estábamos metidos en medio de una orgía: tíos con grandes pollas, tias buenísimas con tetas de escándalo; mamadas de ellas a ellos, de ellos a ellas, de ellas a ellas y de...ellos a ellos. Coños y culos bien abiertos y jugosos, coños y culos bien abiertos y follados…Los coños y culos de unas y los culos de los otros. Gemidos y corridas abundantes. Y nosotros meros espectadores de esa bacanal.
- ¿No te excitan estas imágenes? - me preguntó con un tono excitado.
- No sé, no es la temática de lo que suelo ver…
- Si quieres pongo otra que te guste más
- No, para nada. Solo que ver una peli porno contigo al lago me da algo de corte.
- Jajaja, es normal. No somos amigos tan “íntimos”, ¿no?
- No es eso, tengo cierto pudor…
- Pues la quito, y no pasa nada. Creí que, al estar soltero, verías porno con asiduidad.
- No, claro que lo veo, pero nunca he tenido curiosidad por el tema bisex o gay…
- ¿Nunca?
- No
- ¿Y no te excita?
- No, tan solo las tías...
- Pero no te m*****a ¿no?
- Ni fu ni fa…Supongo que no. Pero si ti te gusta... Podemos seguir viéndola. A mí creo que no me pone en absoluto…
Empezó a hablar de sexo mientras mirábamos las imágenes. Yo estaba algo cortado, pero no quise aguarle la fiesta. Él era muy amable conmigo y quise corresponderle.
- ¿Así que nunca has pensado que se puede sentir al hacerlo con otro hombre?
- No, no ... nunca
- ¿Y no has tenido curiosidad?
- NO
- No te creo -sonrío – Venga confiesa, no seas tímido, seguro que alguna vez has fantaseado…
- Bueno… - me atreví a decirle - sí, pero fue hace mucho tiempo. Un amigo de mi hermana me intentó seducir, me metió mano cuando estábamos en la piscina, me calenté y, al final, acabó haciéndome una paja.
- ¿Cuántos años tenías?
- Dieciseis...
- ¿Y él?
- ¿No sé ... unos ventidos o así
- ¿Te gustó?
- Supongo que sí, nunca me lo habían hecho…
- ¿Y tú le masturbaste a él?
- Sí, pero más bien él se frotó contra mí.
- ¿Ambos os corristéis?
- Sí, él estaba masturbándose, frotando su polla contra mi culo, y cuando me corrí, él hizo lo mismo sobre mi culo… Estábamos solos en la piscina de mi casa y me chorreó de semen todo el bañador.
- ¿Te gustó?
- ¡Hombre, siempre es agradable correrse…! Y cuando vi que él lo hacía fue emocionante
- Te gustó cuando se frotaba contra ti, ¿verdad?
- La verdad es que no fue desagradable. Además, estaba muy excitado… – traté de disculparme un poco - Yo no soy gay
- ¿Y eso es todo, no ha habido ningún contacto más con chicos?
- No – contesté tajante
- Pero apuesto a que piensas en ello…
- ¡Ehhh...! -me quedé dubitativo – Bueno, tal vez en alguna ocasión lo he rememorado, pero me gustan sobretodo las chicas…
- ¿Y nunca has querido repetir?
- No
- ¿Por qué no? – me inquirió de forma directa
- No soy gay, no me gustan, ni me atraen los hombres – contesté sin dudarlo
- Nadie lo duda, pero hacerlo no te hace gay, es sólo disfrutar del sexo en todas sus variantes ¿no crees?
- No sé, supongo que sí…
Él se acercó y puso su mano en mi pierna, acariciando mi muslo.
- Podría masturbarte si me dejas ...
- ¿Estás de broma?
- No… asi te animas mientras ves la película.
- Uummm, no sé; esta película no me excita ... – dije, aunque estaba empezando a calentarme por la idea. Llevaba ya varias semanas sin comerme una rosca y…
- Tú no tienes que hacer nada, solo déjame hacer a mí. No tienes porque tocarme, si no quieres.
- Vale, yo me dejo hacer…pero nada más…
Se acercó a mí y me desabrochó los vaqueros. Me puse de pie y él lo deslizó sobre mis piernas, junto con mi ropa interior. Ambas prendas quedaron alrededor de mis tobillos.
- Veo que no hay pelo ahí abajo.
- No, a la chica con la que estoy saliendo le gusta que vaya depilado.
- Yo también lo hago. Quítate la ropa para que estés más cómodo… Y no te preocupes, todo va a ir bien, ya verás.
Hice lo que me dijo y me senté en su sofá, mirando al televisor.
- Relájate, solo voy a hacer que te sientas bien. Te aseguro que te va a gustar y si no es así, me lo dices y paro, ¿vale?
Lo hice y, en menos de cinco segundos, sentí su mano acariciando mis piernas. Arriba y abajo, más y más cerca de mi polla cada vez, pero sin tocarla. Sentía que mi polla se iba endureciendo poco a poco, sin poderlo evitar, fruto de sus juegos y sus caricias.
Miré hacia abajo para ver cómo su mano acariciaba mis muslos y vi que él se frotaba con su otra mano el enorme bulto de su entrepierna, a través de la ropa.
- Quítate la camisa – me pidió
Lo hice. Y volví a quedarme allí sentado, desnudo, viendo una película donde dos hombres se turnaban para follar a otro más joven, dejándome acariciar.
Su mano recorrió toda la longitud de mi muslo, subiendo por las ingles hacia mi vientre y mi pecho; en un ir y venir maquiavélico. Caricias y más caricias. Y mi polla estaba ya bastante gruesa, palpitante, necesitando algo más. Queríar que su mano se posara sobre ella, quería ser acariciada, necesitaba ser tocada ya, con urgencia.
- Te gusta que te toque...
No quería admitirlo, pero sí. Me callé
- No digas nada. No te preocupes, relájate, disfruta.
No dije nada, sólo dejé que me siguiera acariciando. Tenía que admitirlo, me gustaba esto. No pronuncié palabra alguna, pero, en cambio, me moví hacia abajo en el cojín del asiento y abrí mis piernas, invitándolo a tocarme más íntimamente.
Su mano se escondíó en mi entrepierna y tomó mis bolas con delicadeza. Acariciando la piel apretada y suave.
- Quiero tocarte por todos lados, quiero acariciar todos tus rincones, hasta los más ocultos...
Yo quería que lo hiciera. Quería sentir sus fuertes manos sobre mi cuerpo. Era una sensación de lo más agradable y erótica.
- De acuerdo – susurré
- Ven conmigo – me conminó
Se puso de pie y me hizo señas para que hiciera lo mismo. Me puse frente a él, con mi polla dura apuntando hacia su vientre, mirándolo a los ojos. Tomó mi mano y me llevó a su dormitorio. Tenía una cama grande. Me detuvo y colocó una gran toalla sobre ella.
- Échate en la cama y relájate
Lo hice sin rechistar, tumbándome boca arriba.
- Voy a desnudarme también, ¿te parece?
- Vale
Lo miré mientras se desnudaba. Vi la tienda de campaña dibujada en sus boxers. Observé su culo mientras se inclinaba con cierta parsimonia para quitárselos. Luego observé su pene erecto mientras se enderezaba de nuevo. Era una bonita polla. No muy grande, pero si dura y atractiva.
- Te daré un buen masaje – dijo, mientras se dirigía hacia mí
- Pero sólo un masaje, ¿eh?
- Bueno, veremos cómo va evolucionando la cosa… - se burló
- Sólo un masaje – acerté a repetir
- ¿Y no lo quieres con final feliz?
- Bueno, mmmm… eso creo que sí
Se paró junto a la cama con una botellita de aceite de masaje. Se agachó y goteó el aceite sobre mi cuerpo desnudo, en mi pecho y mi vientre. Luego empezó a frotarlo. Cerré los ojos. Notaba sus fuertes manos amasar mi carne. Acarició durante un buen rato mi vientre y mi pecho sin tocarme los pezones. Luego bajó a mis piernas, masajeando desde los tobillos hasta la parte superior de mis muslos.
Podía notar su polla erecta; de vez en cuando ésta me rozaba brevemente mientras se inclinaba sobre mí. Sus manos deslizándose por mis piernas ocasionalmente hacían contacto con mis bolas. Por fin regresó a mi estómago ... y fue bajando hacia mi depilada área púbica, dejando que anhelara con fuerza, con urgencia, un toque más íntimo. Y por fin lo hizo, ¡Uf, que placer…! Su mano por fin sobre mi polla, mi excitada y palpitante polla.
Gemí, sin poder evitarlo.
- ¿Te gusta que te toque ahí?
- Sí – confesé. Aunque era más que evidente
- ¿Quieres tocarme tú a mí?
- Sí - dije sin dudarlo. Estaba ardiendo de deseo y quería sentir la misma sensación que él podía tener de su mano en mi sexo
Se acostó encima de mí. El aceite en mi piel le permitió deslizarse hacia arriba y abajo de mi torso. Su polla dura se frotó contra la mía.
Inclinándose hacia abajo, susurro...
- ¿A que te gusta? Aunque no seas gay…
No podía negarlo. La reacción de mi cuerpo era evidente. Mis manos se alzaron y se acercaron a sus hombros abrazándole contra mi pecho mientras se movía por encima de mí. Todo su cuerpo resbalaba por encima del mío: pecho contra pecho, vientre contra vientre, polla contra polla. Como en el hielo, pero un hielo ardiente, nuestros cuerpos se deslizaban el uno sobre el otro. Su polla estaba tan dura que casi me hacia daño.
- Abre las piernas – me pidió
No pude negarme, abrí mis muslos y se deslizó entre ellos.
Su polla comenzó a frotarse contra mis bolas suaves y resbaladizas, resbalando hacia el canal de mis nalgas, recorriéndolo y acariciando en sus idas y venidas la parte más íntima de mi culo, mi agujero, la esca****la de mi ano. Mis manos sobre sus hombros serpenteaban alrededor de su cuello, manteniendo juntos nuestros cuerpos.
Susurró de nuevo.
- Déjate hacer, no te preocupes, déjame darte placer.
Dejé a un lado todo tipo de renuencia. Me giré sobre mi costado y me coloqué de espaldas a él, me abandoné a sus caprichos, con mi vientre contra la toalla.
Se sentó a horcajadas sobre mis muslos y vertió más aceite en mi espalda. Mientras se inclinaba hacia adelante para darle masajes a mi piel, podía sentir su dura polla descansando contra mi culo. Frotaba sus manos arriba y abajo por mi espalda. Yo estaba algo tenso por la situación, pero sus manos me relajaban. La sensación de su polla resbalando como el arco de un violín sobre las cuerdas, recorriendo arriba y abajo la grieta de mi culo, era agradable y emocionante.
Se inclinó. Pude sentir su pecho y caderas entrando en contacto con mi espalda y mi parte inferior. Me frotaba contra mí con delicadeza y sin prisas. Ahora su polla chocaba una y otra vez contra mi grieta, como llamando a la puerta. Utilizaba el interior de mis mejillas para darse placer.
La sensación de su cuerpo y, sobretodo, la de su polla frotando mi culo en cada movimiento, me estaba excitando más y más. Notaba que mi polla, prisionera bajo mi cuerpo, iba a estallar de un momento a otro.
- Voy a masajear tu culo ahora.
- ¡Mmmm…! – acerté a gruñir
Se sentó de nuevo encima de mis piernas semiabiertas. Sus manos fueron a las mejillas de mi culo y amasó mis nalgas como si fueran dos bollos de pan. Los músculos comenzaron a relajarse. Fue un masaje muy sensual, muy íntimo.
Quería sentír más, disfrutar más de estos masajes. Levanté mi culo unos centímetros. Y sentí sus pulgares deslizarse entre mis mejillas mientras me masajeaba todo el canal entre mis nalgas, cosquilleando mi ano a cada paso de sus pulgares.
Arriba y abajo. Más cosquillas, más caricias sutiles. Me hizo sentir que quisiera, que deseara que me tocara mi centro prohibido. Levanté mi culo de nuevo, calculando el momento justo en que su pulgar pasó por encima de él. Quise sentir sus manos y sus dedos sobre él. Su mano se detuvo donde yo quería, presionado contra mi abertura. Apretado, pero dispuesto a ser oradado mi ano sintió un respingo de placer. Quería sentir la presión y el contacto más duradero en la zona, pero él apenas se detuvo. Siguió adelante. Volvió a tocar sin tocarme, burlándose de la diana que yo le ofrecía con descaro.
- ¿Te gusta?
- Sí… Es delicioso…
- ¿Quieres que acaricie tu pequeño orificio?
- Sí, sí, por favor – supliqué sin tapujos
- ¿Quieres sentir mi dedo ahí?
No respondí. Me sentía avergonzado por desear lo que me estaba haciendo. Quería que un hombre me penetrara.
- Tienes que decírmelo.
- Tú sabes la respuesta
- Pero quiero oírla de tus labios
- Quiero que me toques ahí
- ¿Dónde?
- En mi culo
- ¿Y…?
- Y quiero sentir tu dedo entrando en él…
- Por supuesto, es lo que estaba esperando que me pidieras
- Sí, pero suavemente
- No te preocupes, me aseguraré de que te guste.
Sus dedos se deslizaron hacia abajo entre mis mejillas y sentí una yema del dedo tocarme en la entrada de mi ano. Despacio, de forma delicada, sensible, sensual, fue presionando contra la entrada. Me quedé quieto, con el culo levemente levantado de la cama. Noté la presión su dedo en el agujero de mi culo. Se sentía enorme, comparado con la abertura de mi agujero, pero al fin, con la ayuda del aceite, cedió la entrada. Me sentí muy bien. En la gloria. Levanté mi culo aún más. Invitándolo a ir más dentro.
- ¿Te gusta lo que sientes?
- Sí
- ¿Quieres sentirlo más adentro?
- Sí, sí
Empujó su dedo más profundo en mí. Sus otros dedos doblados estaban separando las mejillas de mi culo mientras él me penetraba hasta el segundo nudillo.
- ¿Así?
- Sí
- Voy a darte más placer entonces ...
Empezó a mover su dedo adentro y afuera de mi culo. Acostado junto a mi cuerpo desnudo, con su mano en mi culo y su dedo dentro de mí, comenzó a moverlo suavemente en ambas direcciones. Me estaba follando el culo con el dedo. Y me gustaba. Era una sensación extraña, pero me gustaba.
Su boca susurró en mi oído.
- Te gusta esto ¿verdad? Siempre lo deseaste…
Mi cara se volvió al lado contrario. Escondiendo mi vergüenza.
- Sí, quiero decir no… Bueno, quiero decir sí, me gusta, pero nunca lo supe - trataba de disculparme
- ¿Te gustaría probar más?
- Ve despacio, no quiero que me duela... – admití tácitamente mi deseo.
Gradualmente retiró el dedo. Me dejó sintiendo un desesperado deseo que volviera a meterlo. Entonces la presión en mi ano volvió. Sólo cuando sentí que me penetraba otra vez y me estiraba más el culo, supe que ahora eran dos dedos los que me estaba metiendo.
Más volumen exigía más relajación y más flexibilidad en mis músculos anales. Se fueron dilatando sin problema. Lo hacía muy despacio, sin prisa, pero sin pausa.
- Relájate, es sólo un poco más de dilatación lo que necesitas… Relájate, disfrútalo, no te haré daño. Pronto notarás el placer.
Me presionó dentro. Con los dos dedos. Más profundo que antes. Casi hasta el tercer nudillo. Susurrando en mi oído
- Te gusta la sensación de tener algo en tu culo, ¿a qué sí?
- Sí, es una locura…- afirmé
Moví mi culo para encontrar su mano mientras él seguía moviendo sus dedos dentro de él.
Me hipnotizó con su mirada y sin darme casi cuenta, un tercer dedo se unió a los dos dedos que ya estaban en mí. Me miraba a los ojos con una sonrisa casi maquiavélica mientras me follaba el culo con sus dedos. Mis ojos debían mostrarle claramente mi deseo, mi mirada casi estaba perdida en el infinito.
- ¿Quieres más?
- ¿Más…?
- Creo que sí, que quieres más
Su dura polla se frotaba contra mi cadera. Moví mi mano y la agarré con fuerza.
- Quieres mi polla, sé que la quieres…
- Pero yo no soy gay – casi protesté, como argumento
- Lo sé, nadie dice que lo seas. Está bien, no eres gay, pero en este momento quieres disfrutar de mi verga, ¿no?
- Sí – reconocí
- Dímelo, entonces
- Quiero tu polla.
- ¿Dónde la quieres?
Sus dedos salieron de mi culo. Dejándome huérfano, sintiendome vacío. Bromeó sobre la apertura que había dejado. Me acaricio ligeramente sobre ella, señalando cómo estaba de abierto. Me moría de ganas por tenerla de nuevo ocupada.
- Ohhh en mi culo, quiero tu polla en mi culo. Quiero que me folles…
Él se subió encima de mí. Descansó su polla contra la grieta de mi culo una vez más y restregó su cuerpo contra el mío. Su polla se deslizaba por mi canal sin ninguna prisa por buscar la entrada que yo febrilmente le ofrecía.
Me retorcí bajo él, buscando su polla, levantando mi culo. Trataba de atrapar su pene con mi ano. Desesperado por conseguirlo, desesperado por sentirla entrar en mi agujero, por tenerla dentro al completo.
- Entra por favor, deja de jugar conmigo; la quiero, la quiero dentro de mí… ¡Fóllame, por favor!
Se movió, agarró el eje de su pene y apuntó con su cabeza a mi ano. La apoyó contra mi apertura. Yo levanté mi grupa todo lo que pude. Quería facilitarle toda la maniobra. Sentí por fin la cabeza de su polla apoyada sobre mi ano y cómo lentamente presionaba para entrar en él. Lo fue abriendo, poco a poco, y cedió. Posiblemente con más facilidad de la que él esperaba. Yo no podría describir lo que sentía en ese momento. Era una mezcla de placer y de dolor, una mezcla de alegría y de entusiasmo por sentirme penetrado.
- ¿Lo quieres así…?
- Sí, sí, así, ponla muy dentro de mí, fóllame… vuelveme loco de placer
Moví mi culo de nuevo para tratar de engullir su polla al completo. Él empujó más fuerte. Logró entrar al completo dentro de mí, llegando hasta lo más profundo de mi culo. Mucho más dentro y profundo que lo que habían llegado sus dedos.
Inclinó su torso hacia mi espalda. Pude sentir su respiración en mi nuca. Sus manos se aferraron con fuerza a mis hombros y tiró de mí contra sus caderas, clavándome hasta lo más profundo de mi ser su cálida y dura polla. Empujó y empujó una y otra vez, como si le fuera en ello la vida, tratando de llegar a lo más profundo, gruñendo como un oso mientras lo hacía.
Sí, sí, carajo, así, pensé mientras le sentía en lo más hondo de mi ser. Notaba su peso aplastando la carne de mis nalgas y su polla enterrada hasta las bolas en mi culo. La sensación era increíble. Podía notar mi ano muy abierto, dilatado al máximo y, al mismo tiempo, relleno y completo.
Preciosa polla en mi culo, fóllame para siempre, volví a pensar, presa del paroxismo que me estaba produciendo esta inesperada follada. No era capaz de articular palabra, tan solo de sentir sensaciones y de desear que aquello durara mucho tiempo.
Retrocedió y se retiró, casi hasta sacarla fuera. Quise retenerle, pero no pude. Por suerte, volvió de nuevo a entrar en mí. Una y otra vez repitió el gesto, follando sin parar mi culo. Reboté en la cama como un balón de baloncesto lo haría en la cancha, empujado por sus caderas, con su polla resbalando sobre mis nalgas y entrando en mí con fuerza, casi con violencia. Frenético con las sensaciones, me sentía eufórico, rebosante, completo. En el séptimo cielo.
- ¡Más, más! – supliqué- ¡Más rápido…!
Fue más rápido. Respiraba con dificultad. El esfuerzo que estaba haciendo no era ligero. Notaba su respiración cada vez más caliente en mi nuca, sobre mi cuello. Y seguía golpeando y golpeando contra mi culo con sus caderas, sin descanso, insertando su arma sin piedad en lasprofundidades de mi cuerpo..
A estas alturas mi esfínter era como un chicle. En verdad no había sentido dolor en ningún momento, y menos ahora. Sus deslizamientos dentro y fuera se hacían más fáciles, sin ningún tipo de oposición. Estábamos muy calientes ambos. Nuestros cuerpos sudaban y gruñiamos como dos fieras en celo. El martilleaba y yo ponía el yunque para que lo hiciera. Solo se oían nuestros gemidos y el chof, chof, rítmico de nuestras carnes en cada embate.
- Voy a correrme… -dije casi sin aliento – no aguanto más…
Su polla en mi culo me estaba provocando un orgasmo increíble…
- ¡Arggg…! - gruñí - Me corro….
Me tensé. Apreté mi culo alrededor del eje de su polla. Y sin poder evitarlo, disparé unas cuantas ráfagas de semen sobre la toalla que tenía debajo. Me corrí entre espasmos y convulsiones de placer
¡Oh Dios, fue un orgasmo de lo más intenso! Lo pude sentir desde la punta de los dedos de mis pies, recorriendo mis muslos, atravesando y quedándose en mis esfínteres y en mi polla, para luego subir por mi vientre mi pecho, hasta los pelos de mi cabeza. Mi cuerpo tembló durante varios segundos como una hoja, bajo las sacudidas descontroladas de mis espasmos y de mi corrida.
Me corrí con su polla dentro de mí. Aprisionada por los anillos de mi ano. Sintiendo la dulzura de tenerla dentro de mí, follándome. Me corrí sin haberme tocado siquiera, sin haber utilizado las manos…
- Ahora me toca a mí, ¿no crees?
- Sí, sí, córrete. Quiero sentir que te corres dentro de mí, en mi culo.
Me retorcí y contorsioné debajo de él, tratando de ayudarlo. Plow, plow, plow, plow, oí el golpeteo de su cuerpo contra mi culo, empujando su polla dentro de mí. Más y más rápido. Luego un gruñido feroz, su cuerpo se tensó, su polla se dilató aún más en mi interior y… ¡explotó!
Sentí cada segundo de su orgasmo como a cámara lenta: primero su cuerpo tenso; luego, sus contracciones y los fogonazos de su polla escupiendo su licor cálido y espeso en el interior de mi culo, dentro de mí.
Mi ano quedó abierto, muy abierto; su polla, enterrada en lo más profundo; el semen, resbalando dentro, corriendo por mi interior. ¡Tan dulce, tan cálido...!
- Uuuufff… ¡Dios…! No imaginaba que esto fuera tan bueno…
- Pues ahora ya lo sabes... ¿Un último empujón?
- Sí
Se quedó encima de mí dándome sutiles embestidas. Su polla empezaba a encogerse. Noté con cierta pena cómo, flácida, se salía de dentro. Él rodó hacia un lado y se tumbó sobre su espalda, quedándose a mi lado. Sentí el semen saliendo de mi interior, de lo más profundo de mi culo. Sí, de mi culo desamparado, abierto y desnudo. Y noté como ese cálido líquido, fruto de la pasión y del goce más profundo, resbalaba por el canal de mis nalgas.
Este fue el comienzo. A partir de entonces supe que no podría eludir mi deseo, que querría que los hombres volvieran a tener mi culo desnudo y expuesto para que sus preciosas y turgentes pollas entraran una y otra vez en él.
Y así comenzó mi nueva vida.
Publicado por SirLawrence23
há 1 ano
Comentários
1
Por favor, ou para publicar comentários
sensual2011
sensual2011 há 3 meses
La primera vez es siempre un buen recuerdo y una vez que has probado quieres repetir y pronto llega la adicción. 
Responder