Nunca imaginé que una simple sesión de pintura podría desatar tanto deseo. Invité a mi mejor amigo a posar desnudo para mí, buscando inspiración en su cuerpo. Mientras trazaba cada línea, noté cómo su pene, de tipo s@ngre, comenzaba a crecer, duplicando su tamaño ante mis ojos. La tensión en la habitación se volvió palpable, y antes de darme cuenta, me vi consumida por el deseo. No pude resistirlo. Lo que empezó como una obra de arte se transformó en una necesidad insaciable, y en ese momento, supe que tenía que follármelo.

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