Deseo de las noches de verano

Aprecio cuando me anhelan, esa conmoción de ser surcada con la contemplación, como te desvisten con las ansias y el apetito de poseerte. No consigue evadir la contemplación, es mas lo deseo, me nutre la conmoción de mis pezones en cresta, mi vagina humedeciendo y el contorneo de mis caderas, inevitable, mi mueca de fémina deseosa. Estoy ardiente.


El hedor del bálsamo con mi secreción ese perfume que se vuelve agudo con el jadeo, mi lengua que transita por los labios como que dentro algo me quema y mis pezones rígidos en mis halos que pretenden desbandarse turgentes de mis pechos.

La conmoción de ser anhelada es inmortal apetito que da existencia, conjeturo el goce que me van a dar y voy a dar cuando entregue todo, su órgano o su vagina vadeando p mi lengua, el hedor cuando lo engulla entre gimoteas y murmullos y absorba, lacte, y chupe, hasta ser ama de la cuajo, el espasmo el liquido testicular.

Sientes el comezón de tu esfínter delirándose para acoger el mimbro y las embestidas del semental en tu cuerpo, el picor, el ramalazo que va dejando paso al regodeo.
Su sublime leche en ti y te sientes reina, del mundo del placer y el deseo.