La Pacata (Cuento Corto)

A María Fernanda no le gustaba para nada esas guachafitas de sus amigas, eso de salir a rumbear, conocer a un tipo y besarse, acostarse de una. Mafer había recibido en su casa una formación con valores, para ella el cuerpo de una mujer era un tesoro que no le podía ser obsequiado a cualquiera, de allí que en la primera salida con Martín no se dejara tocar ni la punta de la pestaña derecha.

A ella le constaba la frustración de él, que gracias a eso puede que Martín más nunca la llamara, lo que era una lástima porque la verdad le gustaba, ¿pero habiendo tantas tipas fáciles por qué un hombre que lo que deseaba era sexo debía luchar por una sola?, se interrogaba triste y realista. Sorprendentemente él la llamó de nuevo, quería verla, que le sirviera de guía en su nativo estado Aragua, pasar un día en Chuao.

Ese domingo Mafer se puso si mejor atuendo playero, su más sexy traje de baño y con el entusiasmo de Humboldt, Bonpland, no solo se propuso revelar las bellezas de su tierra, también conquistar a su galán con paciencia.

Tomados de la mano, bronceándose en esa media luna de la bahía, entre uno y otro whisky con coco, Mafer se fue sintiendo cada vez menos inhibida, besándose y dejándose agarrar hasta una nalga. Vinieron más whiskies. La botella vertiginosamente comenzaba a ir palo abajo cuando Martín le pidió que por favor dejara de beber, pero ella le afirmo que estaba bien, que si quería se paraba para que viera que podía hacer el “4”, el “8”, si él quería el chuquiti y el “69”.

Esa no era la María Fernanda que lo había cautivado. Era la hora de tomar enérgicas medidas llevándola a la playa para ver si con un baño de agua salada se le pasaba esa rasca, pero los planes de ella eran otros, ya que influida por el hechizo del sol, rodeada por palmeras, salpicada por la arena y con aquellas aguas caribeñas hasta el cuello, visualizo la oportunidad perfecta de un polvo tropical.

De espaldas, Martín no pudo avecinar la súbita bajada de short que le propino su Marifé, tampoco la metida de mano que le dio, pero muchísimo menos la arremetida, exposición de la ola. En efecto, medio Chuao y quizás 15 lancheros, no solo le habían visto el fundillo a Martin, también el pipí. Abochornado la insto a salir de inmediato, pero vino otra ola y a ella se le salió una lola, llego otra y tragaron arena, así por un buen rato.

De regreso a Caracas ella se quedo dormida con la boca abierta. A las 3 horas él la abandono en la entrada de su edificio. No hubo llamada del día después, más si la evolución de una teoría que mienta: “Si quieres que la falsa monja se desate, llévatela para Chuao, dale escocés del puro, cómprate unos short con doble tiritas para asegurar el amarre y asegúrate que la marea esté baja”.
Published by jiraiya1988
6 years ago
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