En un viaje en taxi

Me despierto muy caliente, agitada, con los pelos pegados a mi cara por la transpiración. Estiro la mano pero no encuentro el cuerpo de mi marido; oigo el ruido del agua correr y me doy cuenta de que él se está duchando.
Entonces me quedo boca abajo. Cierro los ojos y vuelvo a estirar mi mano, pero esta vez mis dedos buscan mis labios vaginales. Los encuentro muy dilatados y empapados bajo mi tanga. La corro a un costado y hundo mis dedos en esa calidez, en silencio, casi sin moverme.
Me acaricio hasta que mis muslos de repente se cierran y atrapan mi mano, como si no quisieran dejarla escapar de ese rincón cálido y húmedo. Presiento que voy a acabar en cualquier momento, pero justo en ese instante vuelve a entrar mi marido. Todo queda a medias, como siempre…
Me despido de él luego de desayunar y me visto para ir a mi oficina. Llego tarde; así que no dudo en tomar un taxi. Me siento y le digo al conductor mi destino. Ahora puedo relajarme durante el viaje que tengo por delante.
Abro las piernas y levanto un poco la falda; no mucho, como para que el taxista no pueda notarlo, ya que me observa cada tanto por el espejo retrovisor mientras conduce con cierta displicencia. Supongo que no se ha dado cuenta de nada; pero ya no me interesa; si quiere mirar, que mire…
Encuentro el elástico de la tanga y la bajo por mis muslos. Comienzo acariciándome el clítoris, haciendo círculos con la punta del dedo mayor. Se siente muy bien; me produce una especie de escalofrío mientras cierro mis ojos y me olvido del taxi, la calle, la oficina y todo lo que hay alrededor…
El hombre me pregunta algo y eso me vuelve a la realidad, pero sin abrir mis ojos. Le contesto sin dejar de tocarme, presionando ahora toda mi mano sobre mi pubis, como a mí me gusta.
Mis piernas empiezan a temblar y entonces siento que mi orgasmo esta vez va a recorrer mi cuerpo entero sin que yo pueda evitarlo. El conductor vuelve a hablarme y eso me calienta todavía más: saber que en cualquier momento ese hombre puede descubrir lo que estoy haciendo a escondidas…
Mi mano ahora tiene vida propia y se mueve con más rapidez, frotando mis dedos en el interior de mi concha empapada.
El orgasmo finalmente llega; es largo y se siente muy bien. Me deja las piernas temblando sin control. Cierro mis ojos y me muerdo los labios para evitar aullar como una perra en celo. El sudor corre por mi frente. Abro la boca pero me doy cuenta de que no puedo exhalar ni un solo suspiro…
Mi mano queda allí dentro de mi cuerpo, sintiendo ahora la mojadura que provocó ese frenético movimiento de mis dedos. Entonces me doy cuenta de que el taxi se ha detenido. Abro mis ojos y miro hacia adelante.
El conductor ha girado su torso y mira directamente hacia abajo, como si estuviera buscando mi mano escondida bajo la falda…
“Si ya acabó, puede bajarse… hemos llegado…”
Published by malebens
7 years ago
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CansizBrigadier 4 years ago
Me encantó
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Gerrygam 4 years ago
Era puto el taxista? 
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georgedeath1 7 years ago
Se la hubieraS chupado al taxista
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