Mi amiga la camarera

MI AMIGA LA CAMARERA
Todo esto sucedió hace un par de años.
Yo trabajaba en una cafetería donde había varias camareras. Entre ellas había una que se llamaba Isabel. Era una mujer de unos 45 años. Estaba de muy buen ver. Tenía unas tetas increíbles, una 110 como más tarde supe.
Un buen día que mi mujer se quedó en casa de su hermana para cuidar a sus hijos porque ellos tenían una cena de trabajo. Así como no tenía nada que hacer, salí a tomar una copa. Y sin querer me encontré con ella que también estaba tomando algo.
Estuvimos charlando un buen rato de amigos comunes y del trabajo, lo normal en estos casos. Y así sin querer empezamos a hablar de cosas personales, (yo en esa época tenía ciertos problemas con mi mujer) ella llevaba dos años separada y desde entonces había estado buscando una pareja estable, pero todo lo que encontraba eran rollos de una noche. Al final decidimos comprar una botella de whisky y seguir un poco la fiesta en su casa. Nada más llegar dijo que se daría una ducha ya que había estado trabajando esa tarde y quería refrescarse un poco. Como comprenderéis mi imaginación se disparó de momento y mi polla se puso como una barra de hierro. Al rato de entrar en la ducha me llamó un poco alarmada porque se había salido la alcachofa de la ducha y se salía toda el agua. Al principio me dio un poco de corte entrar en el baño estando ella desnuda ya que aún no teníamos tanta confianza, pero al ver que ella no se cortaba nada de que la viera así entré sin más.
Después de enroscarle la ducha la miré y le comenté lo bonitas que eran sus tetas a lo que ella respondió con una sonrisa y una mirada un tanto pícara. Volví al salón y dejé que terminara de ducharse tranquila. Para entonces tenía la polla a punto de reventar.
Cuando salió llevaba puesto un albornoz corto que dejaba al aire sus piernas, se sentó a mi lado y me dijo que iba a ponerse algo de ropa.
- Yo creo así estas muy bien, además te puedo ver bien las piernas. – le dije ya sin ningún tipo de vergüenza.
- Oye, estás un poco salido esta noche, ¿no? – me preguntó sonriendo.
- Es que estas muy buena.- le dije.
Cogió su copa y se recostó en el sofá. Al echarse hacia atrás y cruzar las piernas pude ver sus muslos y me puse como una moto.
Empezamos a charlar de cosas del trabajo y de los compañeros. Mientras tanto no paraba de mirarle el canalillo de reojo y cada vez se me estaba poniendo más y más dura.
Cada vez que me inclinaba hacia la mesa para coger o dejar la copa trataba de rozarle la pierna, tenía unos muslos muy firmes y suaves para una mujer de su edad. En una ocasión le di una palmada en el muslo y le dije que eran muy bonitos. Ella se me quedó mirando fijamente mientras sonreía sin decir nada, así que decidí darle otra palmada pero esta vez dejando la mano encima. Como ella siguió sonriendo, no hizo ademán de quitármela y no mostró el más mínimo gesto de que le m*****ara, lo tomé como una invitación a seguir, y así lo hice.
Eran muy suaves, se lo dije y me contestó que se había hecho la cera el día anterior. Medio en broma le pregunté si se había hecho la depilación brasileña y me contestó que ella se hacía la depilación total, es decir, no se dejaba nada de vello. Como comprenderéis yo ya estaba a mil al escuchar eso. Mientras ocurría esto yo seguía acariciándole la pierna y poco a poco iba subiendo la mano.
- Es decir, que lo tienes como una niña pequeña.- le dije.
- Exactamente.- me contestó.
- A ver.- dije y subí mi mano hasta su coño ya sin ningún tipo de reparo.
Ella se dejó hacer sin objetar nada en absoluto. Empecé a acariciárselo y ella separó las piernas para que pudiera hacerlo sin ningún problema. Yo notaba su suavidad y percibí que su respiración se alteraba un poco. Recorrí sus labios de arriba abajo y ella dejó escapar un pequeño gemido, lo que me indicaba que lo estaba haciendo bien. Le estaba gustando mucho.
Nos miramos a los ojos y sin poder resistirnos, nos besamos de forma muy apasionada. Nuestras lenguas se entrelazaban, su respiración se entrecortaba, y como aún seguía acariciándole el coño empezó a gemir de placer. La verdad es que yo estaba muy nervioso y me empezaron a temblar un poco las piernas por la emoción.
Con mi mano libre le desabroché el albornoz dejando sus tetas a la vista, aunque ya se las había visto antes en la ducha y como el agua se estaba saliendo por todas partes, no me había fijado muy bien. Pero ahora si podía observarlas mejor, tenía los pezones pequeños y por la excitación, totalmente erectos. Las tetas eran enormes, grandes y muy firmes. Al principio pensé que serían blandos y caídos. Más propios de una mujer de su edad, pero me equivoqué. Las empecé a acariciar y a apretar, no me cabían en la mano. Le apretaba los pezones mientras nos besábamos, y empecé a notar en la otra mano que el coño se le estaba poniendo muy húmedo. Para entonces mi polla estaba pidiendo a gritos que la sacara de los pantalones, la tenía como una roca. Fui deslizando mi boca hasta su cuello, allí me dediqué a besar, lamer y mordérselo. Así estuve un par de minutos.
Luego fui bajando poco a poco hasta llegar a sus pezones. Levanté un poco la vista y vi como se estaba relamiendo los labios, así que le puse un dedo en la comisura de su boca y empezó a lamérmelo, me cogió la mano, se metió dos dedos en la boca y comenzó a chupármelos. Yo notaba como los apretaba con los labios y como su lengua los recorría por todas partes.
En ese momento le metí un dedo en el coño y se le escapó un grito. Me asusté un poco y le pregunté si le había hecho daño, a lo que ella me contestó que no sin sacarse mis dedos de su boca. Y así estuvimos otro par de minutos.
Me levanté, y agarrándola por las solapas del albornoz la puse de pié. La atraje hacia mí y nos volvimos a besar mientras la desnudaba. Aparté la mesa de centro donde estaban las copas y la empujé levemente para que se sentar de nuevo en el sofá. Le separé las piernas y me arrodillé delante de ella. Le levanté las piernas tirando hacia mí de manera que ella quedara recostada y su coño en el filo del cojín.



Published by viliato
11 years ago
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