Bellos recuerdos de mi suegra 2
Llegó el lunes y le hablé por teléfono como a la 1 de la tarde, diciéndole que la esperaba en el supermercado que está cerca de su casa y de ahí, nos íbamos pero me contestó que no se podría ese día pero que si quería, el miércoles estaba perfecto, cuestionándome “¿a qué hora el miércoles, en el supermercado?”; sólo de pensar en aquellas volubles tetas llenas de miel, se me paraba la verga y le dije “a las 4 de la tarde”. En mi casa, le dije a mi mujer que el sindicato propuso la junta para el miércoles.
El miércoles llegó y estaba ansioso, la esperaba en el estacionamiento del supermercado y cuando miré su “Cadillac” llegar, solo le prendí y le apagué las luces para que me siguiera, no quería que fuéramos vistos por alguien más y meternos en problemas. Enseguida me siguió y llegamos al estacionamiento del motel, donde apenas apagué mi carro, ella se bajó y se metió al mío, solo diciéndome “papacito, la sorpresa que te tengo está dentro de mi carro, luego te doy detalles”, luego me bajé para reservar el cuarto y ¡pútale!, otra vieja estaba adentro con ella y sentí que me temblaban las piernas, diciéndome que me explicaba después.
Luego caminé y pagué el cuarto por dos horas, diciéndole a la señora que me atendió “solo queremos refrescarnos, vamos a una convención aquí cerca”, ella sólo sonrió, comentándome “está bien” y me cobró un poquito más pero nada de importancia. Entonces, les hice una seña que estaba bien, que ya se vinieran al cuarto, cuyo número 12 nunca olvidaré, pues estaba lleno de espejos, notando que las dos portaban lentes grandes y oscuros, para no ser reconocidas, entonces entré, prendí el radio y me senté en la cama, a esperar que entraran, no supe qué tanto se decían pero venían muertas de risa, una risa muy coqueta, o muy nerviosa.
Al fin, ellas entraron, se quitaron los lentes, se soltaron los cabellos y ¡la gran puta!, era una mujer morena, lindísima, más joven y con unas pinche tetas menos abultadas pero duritas y bien paraditas. A continuación, mi suegra me dijo “ya sabe quiénes somos, ambos vamos años atrás, ella hace lo mismo con un sobrino del marido y como tu suegro no me da nada, pues me deja estar con ellos, me masturbo mientras ellos lo hacen pero él se fue y se quedó sola, así que en agradecimiento, le propuse que viniera”, cuestionándome “¿te m*****aría si nos viera hacerlo?”.
Pasando fuertemente saliva y pinchándome un brazo, para ver que no soñaba, le contesté “¡oh, no!, hay que saber agradecer, ¿puedo hablar con ella?” y mi suegra me contestó “claro, se llama Teresa, aunque le digo Tere”, saludándole “mucho gusto, Tere”. Al momento, ella sonrió, me miró a los ojos y se sentó muy cómoda en la orilla de la cama mientras con mucho cuidado, le besaba los labios a mi suegra y la empecé a encuerar todita, al tiempo que Teresita solo suspiraba profundamente. Después, le comencé a mamar las golosas tetas a mi suegra y cuando la noté que se tallaba la panocha sobre su pantalón, le propuse a mi suegra “dile a Tere que se encuere, si quiere”. Toda exaltada y para mi sorpresa, le comentó “ándale, Teresita, no te hagas del rogar, vente con nosotros”.
Al momento, ella se bajó el pantalón y como no traía calzoncito, terminó por encuerarse todita y se arrodilló a un lado de los dos, sin decir más, luego me bajó mi pantalón y mi calzón, pudiendo notar que también nos acariciaba las nalgas a los dos mientras me besaba las piernas. Después, me medio volteé y le puse la cara en mi verga, ¡ay mamacita!, pienso que mi suegra le dio lecciones, o ella a mi suegra pero eran unas pinches mamadas que ni de película saldrían tan buenas. Pasados unos minutos, mi suegra empezó a suspirar, diciendo “¡quiero verga, quiero verga!” mientras se iba arrodillando y junto con su amiga, se la repartían como buenas amiguitas.
Las dejé hasta que se cansaran, luego Teresita se levantó y me comenzó a besar en los labios y a acariciarme las nalgas, al tiempo que le agarraba su peluda panochota y con la otra, sus apetecibles tetas hasta que con una voz bien tierna, me dijo al oído “mámamelas como a tu suegrita, por favor, mámamelas”. Entonces, le comencé a pegar a la cabeza de mi suegra mientras le mamaba las tetas, solo se escuchaban los chasquidos míos mamando tetas y los de mi suegra, mamándome la verga hasta que al cabo de unos minutos, mi suegra se levantó, indicándome “acuéstate, ahora va lo mejor”.
Enseguida, me acosté y Teresita se montó en mi verga, metiéndosela poco a poquito y pensé “¡ay, par de carbonas, sabían lo que tenían qué hacer!”, ya que después, mi suegra se me montó a la cara y comenzaron a agarrase las tetas mientras me cogían por la verga y por la boca. Además, Teresita me decía “¡aguanta, papacito, todavía no acabes!”, gritando como loca, al tiempo que le abría el culito a mi suegra y se lo mamaba con muchas ganas; al sentirme, ella me lo paraba más y más, agachándose a mamarnos a mí y a Teresita, al mismo tiempo.
Minutos después cambiaron de lugar y hacían lo mismo, pienso que así estuvimos algunos minutos cuando les grité “¡ahí les voy, ahí les voy!”, rápidamente mi suegra se sacó para un lado y Teresita se ubicó arriba de mi nariz, agachándose y los recibió todos en su boquita, ¡ay, ay!, sólo sentía que era el único hombre en el universo, un pinche culonón en mi cara y se tragaban todos mi mecos. Ya que terminamos, los tres nos acostamos, yo en medio; para entonces, ya habían pasado aproximadamente 45 minutos, así que les pedí diez minutos de reposo, para segregar más semen en mis testículos, entonces les pregunté ¿”lo hacen juntas con el “sobrino”?”.
Al instante, ambas se rieron y Teresita me contestó “lo voy a decir de una vez, él es de mucha confianza, por lo que veo y la verdad, es con mi sobrina y con algunas vergas de plástico, ella es lesbiana pero quiere que le empecemos a pagar y no queremos”. Me quedé sin algo qué decirles pero ni diez minutos pasaron cuando mi suegra me cuestionó “¿te la paro?”, le contesté “¿entre las dos?”, ella dijo que si quería, así sería y mientras mi suegra jugaba con mi verga en su boquita, Teresita se montó en mí, como dándole el culito a mi suegra y comenzó a besarme muy locamente en la boca hasta que se me arrimó al oído, diciéndome y nunca lo olvidaré “me gustas mucho y te quiero para mí solita, aunque sea una vez”.
De repente, comenzó a hacer gestos y gemidos de placer, yo no la comprendía pero mi suegra ya no me mamaba la verga, ahora ¡le mamaba la panochota a Teresita!, ¡wow!, ¡mi pinche verga brincó en segundos!. Mientras Teresita gozaba a morir y gemía y gemía de placer, me levanté por un lado y acomodé a mi suegra para empezármela a coger, ¡ay, qué dulzura y qué panorama!. Después, miré como le ponía vaselina en el chiquito y se lo comenzaba a abrir con sus deditos, al tiempo que le daba y le daba hasta que le dije “sigue, Teresita” pero me señaló “sí pero en su chiquito, papacito”. De esa forma, se la metí poco a poquito y ella nada más pujaba y pujaba, pidiéndome “toda, toda, cabrón, toda la verga, quiero sentir las venas en todo mi ano, como tu suegra” y yo no paraba.
Sin embargo, mi suegra me dijo “a mí no, mi rey, todavía me duele el chiquito de la última vez”, haciendo una carita de dolor, entonces le indiqué “ven, bésame, ya casi acabo otra vez” y me contestó “espérame”. Acto seguido, ella se acostó frente a Teresita y le dijo “mámale como tú sabes, te van a llenar el culo de mecos por primera vez”, ¡wow!, yo podría jurar que ya no estaba virgencita del chiquito pero sí me incitaron, enseguida la agarré de las nalgas, me la apreté a la verga lo más que pude y se los aventé hasta donde pude. Al sentirlos, ella pujó tanto que empezó a gritar con pujidos, enseguida mi suegra se le arrimó y la acariciaba, diciéndole “ya, Teresita, ya, amorcito”.
Habiendo terminado, se la saqué poco a poquito, para no lastimarla, entonces miré que mi verga estaba bien limpiecita y no supe qué pensar, luego mi suegra se arrimó y me dijo “se cuidó y se lavó bien el chiquito antes de venir”. Finalmente, nos vestimos y bien disimulados, nos dirigimos a los autos, después paramos en un restaurante familiar y ordenamos unos bocadillos y unas “cheves”, de verdad que mis años veinte serán inolvidables.
Teresita y yo tuvimos sólo un encuentro más pero con mi suegra, fueron casi diez años, nuestros encuentros se convirtieron en rutinarios hasta que ella misma terminó con todo y en excelentes términos que hasta hoy somos grandes amigos.
11 years ago