TORMENTA INESPERADA

Cuando la nieve empezó a caer , Juan se encontraba en medio del bosque cogiendo leña, y se encontraba bastante lejos de la cabaña, así que comenzó a caminar buscando un lugar donde cubrirse y esperar a que nevase menos para poder volver a la cabaña que alquiló para pasar unos días lejos de la ciudad y sus ruidos . Juan era un hombre de unos cuarenta y cinco años de un metro sesenta o quizás algo más, con una barriga nada despreciable ya que hacía tiempo que decidió coger unos cuantos kilos, se veía bastante delgado y no le gustaba verse así.
Caminó durante unos quince minutos, y mirando hacia todos lados buscando un lugar donde refugiarse; encontró una cueva donde refugiarse hasta que la tormenta de nieve amainase, y poder volver a su cabaña. Encontró una pequeña cueva y se adentró bien para que le llegase lo menos posible el viento helado que soplaba fuera; se encogió y estuvo un par de horas allí quieto, encogido y temblando de frío. Habían pasado ya unas dos horas y se asomó al exterior a ver como transcurría la tormenta, se dio cuenta de que había aflojado su intensidad y decidió ponerse en marcha para volver a su cabaña.

Al volver de vuelta hacia su refugio, se dio cuenta de que no estaba regresando por el mismo camino que había hecho al principio, se dio cuenta de que le paisaje era diferente, estaba viendo alguna que otra cabaña a lo lejos, cosa que antes no había visto ninguna cuando estaba recogiendo leña seca para poder encender la chimenea. Iba caminando cuando, vio que cerca del sendero por el que estaba caminando un hombre estaba recogiendo ramas del suelo, antes de llegar, se paró cerca y se quedó mirando al hombre detrás de un arbusto que lo ocultaba por completo.

Como estaba bastante cerca podía ver todos sus movimientos bastante sin forzar la vista y vio que se agachaba para coger un tronco y el comenzó a imaginar como al agacharse su pantalón se bajaba dejando a la vista unas nalgas blancas con toques rosados, se imaginó a el mismo acercándose por detrás silenciosamente y que le agarraba de las nalgas y le acariciaba el trasero enorme para luego subirle el pantalón; como cuando el hombre, se empezaba a incorporar dejando ver una espalda ancha y al darse la vuelta ver su un generoso vientre que hacía que su anorak estuviese bastante ajustado. El hombre se giró y mis manos se quedaron en su cintura, se incorporó, se dio la vuelta y mis manos seguían en su cintura como si se hubieras quedado soldadas a ella.

Los dos se quedaron mirando unos instantes y le dijo - Hola!! Parece que has encontrado lo que buscabas y parece que te gusta por que no lo quieres soltar jajajaja-. Ups, perdón hombre, no quería quedarme cogido a ti, lo siento-Jajajaj tranquilo-, es agradable que te rodeen unos brazos- me dijo-.

Lo siento, no conozco esta parte del bosque y creo que me he perdido, llevo ya bastante rato caminando y no consigo encontrar la cabaña en la que me alojo, vine a estar unos días tranquilo y esta mañana fui a buscar leña como tú, me pilló una tormenta de nieve por sorpresa que me obligó a buscar un refugió rápido y no me fijé por donde pasaba, cuando quise volver me di cuenta de que no era el mismo recorrido que había hecho y aquí estoy perdido y hablando contigo.

Pues lo siento mucho, la cabaña en la que estoy la heredé de mis padres que les gustaba mucho la naturaleza, yo vengo de vez en cuando, me estoy unos días y le hago una puesta apunto, arreglo lo que está roto o funciona mal, y la dejo en condiciones para poder vivir en ella. A propósito, me llamo Alberto, - me dijo presentándose -.
¡Vaya, que descuido! Yo me llamo Juan, encantado de conocerte Alberto.

Ya está empezando a oscurecer,- dijo Alberto- lo mejor será que empecemos a irnos hacia a la cabaña, y mañana ya buscamos el mejor camino que te lleve a la tuya. Muchas gracias Alberto,- le dije yo-, espero algún día poder devolverte la ayuda que tu me prestas ahora.

No te preocupes hombre, las cosas si se puede se arreglan lo mejor posible,- y nos fuimos hacia su cabaña, que no estaba lejos de allí-.

Bueno, pues ya hemos llegado, primero nos ponemos cómodos y descansamos un poco y luego ya te la enseño todo, y nos sentamos en el sofá del pequeño salón que tenía en el centro un pequeño fuego a tierra con una chimenea de la que salían unos tubos que se repartían por el techo calentando el suelo de las habitaciones que había en la parte de arriba arriba.

Mientras cenábamos alrededor del fuego, Alberto se fijó en que yo observaba las tuberías que se repartían por el techo, me dijo que era una manera de aprovechar el calor y que las tuberías calentaban las habitaciones de arriba y que así se podía ir cómodo por las habitaciones sin ir cargado de ropa, - yo le con conteste que era una buena idea, ya que las cabañas solían ser muy frías y húmedas, una vez que te alejabas del hogar y había que ir bien abrigado-.

Una vez acabada la cena nos sentamos y nos pusimos a charlar, cuando el hablaba yo lo miraba, como alrededor del fuego se estaba bien él se se sacó algunos botones de la camisa, dejando ver un cuello ancho y una barba que se juntaba con el pelo de su pecho, las mangas de la camisa se las subió dejando al descubierto unos antebrazos gordos recios y velludos.
Ya es casi media media noche , -dijo Alberto con cara de sueño-.
Bueno, creo que ya va siendo hora de irse a dormir, estoy empezando a tener sueño, te propongo algo; en mi habitación hay un sofá, ¿querrías dormir allí?, la habitación no es muy grande, pero estará cliente durante casi toda la noche; y así no te quedas solo aquí abajo, y yo tampoco estaré solo la verdad. No me parece mala idea la verdad,- le dije yo - así no estamos solos ninguno de los dos, y en caso de que pasase algo no hay que irse a buscarse ninguno.
Pues venga vamos, te cogeré unas mantas y te acomodaré el sofá para que estés a gusto, -gracias le dije-.

Bueno, no me encuentro gente perdida cada día ni me vienen a visitar cuando estoy en la cabaña, y me gusta cuidar un poco a la gente a la que alojo en mi casa cuando viene, quiero que este a gusto y que cuando se vaya sea con un buen recuerdo.
Nos fuimos a su habitación con unas mantas que tenía guardadas y nada más llegar me señaló el sofá , se dirigió a él empezó a acomodarlo con unas almohada que tenía el de más, cuando acabó me lo enseño. ¿Qué te parece? ¿estarás bien?
Lo has dejado muy confortable la verdad -le dije -.
La otra opción que no te dije es que duermas conmigo, que me gustaría mucho la verdad - y se sonrojó-, yo también te he estado observando y escuchando, y me gustas tanto como persona como físicamente.

La verdad es que tu también me gustas, me pareces una persona fantástica, en el bosque imaginé cosas sobre ti cuando te miraba entre los arbustos; te imaginé agachado y tus nalgas asomando por encima del pantalón, rodeándolas con mis manos y acariciándolas - sentí como me ruborizaba yo al contarle la fantasía que tuve en el bosque - y me parece bien, ya que con el frío que hace por las noches, así que sí - le dije con una sonrisa -.

Pues entonces genial - me dijo Alberto - todo sonriente y ruborizado-, se acerco y empezó a subirme el jersey con mucho cuidado, yo hice lo mismo y nos quedamos los dos con el pecho desnudo; -tienes un pecho muy bonito Alberto, me encantan tus redondeces- le dije - Gracias, te lo agradezco, normalmente no suelen decirme cumplidos como ese, -y me miró con ojos brillantes -.
De nada, eres un hombre muy hermoso; y le desabroché el pantalón dejándoselo abierto, mis manos fueron a sus costados y se introdujeron por dentro del mismo abriéndolo y dejándolo caer, introduje mis manos dentro de sus calzoncillos para acariciar sus nalgas.




(CONTINUARA)

Dracer51
Published by Dracer51
2 years ago
Comments
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Zafra81
Zafra81 6 months ago
me encantaria seguir leyendo...
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