NUESTRA PRIMERA VEZ
Estábamos nerviosos, obviamente ella más que yo, pues no había conocido más varón que a su ex-marido. Nos habíamos conocido por internet y llevábamos ya meses hablando, de todo y más, de lo que dos personas enamoradas se pueden contar cuando están todo el día conectados. Después de superar diferentes fases en nuestra ciber-relación decidimos que la última prueba definitiva era conocernos en persona y tener una relación sexual física, si todo salía bien y ambos quedábamos satisfechos nos iríamos a vivir juntos.
Nuestro primer encuentro cara a cara, había ido bien. Sin sorpresas, ambos sabíamos bien como eramos de antemano, ya que nos veíamos a menudo por videoconferencia y nos intercambiábamos muchas fotografías a menudo. Eramos lo que imaginábamos, ni más ni menos. Dos personas de mediana edad normales a los ojos de cualquiera, pero que nuestro amor hacía especiales el uno para el otro y se notaba en nuestra manera de mirarnos.
Después de pasar todo el día paseando y visitando diferentes lugares de la ciudad que elegimos para nuestra primera cita, como lo que eramos, dos enamorados, y donde hubo risas, abrazos, besos y bromas, nos dirigimos al hotel que teníamos reservado.Ya en la habitación decidimos pegarnos una ducha a modo de introducción a la noche que nos esperaba. A sugerencia mía ella acepto que nos ducháramos por separado pero siendo observado por el otro mientras lo hacía. Es aquí donde arranca mi relato erótico propiamente dicho.
Como he dicho, ambos estábamos nerviosos. Para infundirle confianza fui yo el que se duchó primero mientras ella me miraba. Me desnudé despacio pero sin pausa, tirando la ropa descuidadamente sobre la cama, ella estaba un tanto ruborizada pero no apartaba la vista de mi cuerpo. Cuando estuve completamente desnudo me acerqué a ella, le di un besito en los labios y cogiéndola de la mano nos dirigimos al cuarto de baño. Le dije que se sentara en la tapa de la taza del inodoro y me metí en la ducha después de comprobar que el agua salía a la temperatura que a mi me gusta, es decir, muy caliente. La media mampara de esta era completamente transparente, cosa que servía de perlas a nuestros propósitos. Mientras me enjabonaba la perdí de vista unos segundos, el vapor del agua entorpecía mi visión pero sabía que me observaba entre curiosa y excitada, la conocía muy bien aún sin habernos visto nunca antes.
Pero como siempre me ha pasado con ella, me tenía reservada una sorpresa. De manera inesperada, tras desnudarse deprisa y con sigilo me dijo mientras se colaba en el habitáculo: "quieres que sea yo quien te enjabone", abrí los ojos de par en par, allí estaba desnuda, con sus grandes pechos y sus bellos pezones apuntando hacia mi, con su sexo completamente rasurado al igual que yo, que me gusta llevarlo así también.
Sin mediar palabra por mi parte asentí con la cabeza. Me mando ponerme contra la pared a modo de un detenido y ella empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos. Primero mi espalda y mi culo, que sabía le encantaba, pues una vez le había mandado una fotografía mía desnudo de espaldas y lo había alabado. Luego siguiendo en esa postura, arrimó sus voluminosas tetas a mi cuerpo y sus manos empezaron a recorrer mi pecho y mi vientre desde atrás acercandolas a mi ya erecta polla, empezando a ejercitar en ella delicados movimientos masturbatorios con sus suaves y delicadas manos mientras me besaba el cuello con ternura. Yo quería darme la vuelta, pero ella me susurró al oído que no lo hiciera, que me relajara y me dejara hacer. Era muy excitante tenerla ahí pegada viendo sólo su mano derecha haciendome una paja, mientras que con la otra acariciaba mi velludo pecho y sus enormes tetas se apretaban contra mi espalda. Me estaba dominando y yo me dejaba hacer, mientras el agua caía balsámica sobre nuestros cuerpos.
Cuando estaba a punto de correrme, su mano cesó en sus movimientos, me ordenó que me diera la vuelta y me beso apasionadamente en la boca. Esto derivó en que tras el morreo, mi cabeza comenzara a bajar hasta sus pechos y empezara a lasmerlos con delicadeza, como ella me había dicho en ocasiones que le gustaba, saboreando sus bonitos pezones que crecieron y se pusieron duros reaccionando a mis suaves chupetones.
Mi mano diestra a su vez separaba sus muslos buscando con avidez su sexo resbaladizo, empezando a masajear con ternura su clítoris que sobresalíendo ya de su cobertura natural se notaba deseoso de mis caricias. Ella jadeaba cada vez con más intensidad, pronunciando mi nombre y diciendo cuanto había deseado que llegara este momento. Se corrió dos veces sonoramente en mi mano y tras nuevos y apasionados besos pronto tomó el mando otra vez arrodillandose ante mi, introduciendo el miembro en su boca, iniciando una mamada de esas que se recuerdan toda la vida, tal era la maestría con que me la hizo. No dejando opción a decirle que parara, terminé en su boca y mi leche resbaló por la comisura de sus labios mientras me miraba picara pero a la vez con mucho amor, preguntando si me había gustado.
¿Como no me iba a gustar si era la mejor felación que me habían realizado nunca? Pero simplemente asentí y aun con restos de semen en su boca la besé apasionadamente, tras lo cual le dije mirando a sus profundos y negros ojos lo mucho que la quería y que "era la hostia", y ambos nos reímos mucho. Ni rastro ya de nuestro nerviosismo inicial. Entre cosquillas y bromas acabamos de ducharnos, nos vestimos y salimos a cenar.
Continuará...
Nuestro primer encuentro cara a cara, había ido bien. Sin sorpresas, ambos sabíamos bien como eramos de antemano, ya que nos veíamos a menudo por videoconferencia y nos intercambiábamos muchas fotografías a menudo. Eramos lo que imaginábamos, ni más ni menos. Dos personas de mediana edad normales a los ojos de cualquiera, pero que nuestro amor hacía especiales el uno para el otro y se notaba en nuestra manera de mirarnos.
Después de pasar todo el día paseando y visitando diferentes lugares de la ciudad que elegimos para nuestra primera cita, como lo que eramos, dos enamorados, y donde hubo risas, abrazos, besos y bromas, nos dirigimos al hotel que teníamos reservado.Ya en la habitación decidimos pegarnos una ducha a modo de introducción a la noche que nos esperaba. A sugerencia mía ella acepto que nos ducháramos por separado pero siendo observado por el otro mientras lo hacía. Es aquí donde arranca mi relato erótico propiamente dicho.
Como he dicho, ambos estábamos nerviosos. Para infundirle confianza fui yo el que se duchó primero mientras ella me miraba. Me desnudé despacio pero sin pausa, tirando la ropa descuidadamente sobre la cama, ella estaba un tanto ruborizada pero no apartaba la vista de mi cuerpo. Cuando estuve completamente desnudo me acerqué a ella, le di un besito en los labios y cogiéndola de la mano nos dirigimos al cuarto de baño. Le dije que se sentara en la tapa de la taza del inodoro y me metí en la ducha después de comprobar que el agua salía a la temperatura que a mi me gusta, es decir, muy caliente. La media mampara de esta era completamente transparente, cosa que servía de perlas a nuestros propósitos. Mientras me enjabonaba la perdí de vista unos segundos, el vapor del agua entorpecía mi visión pero sabía que me observaba entre curiosa y excitada, la conocía muy bien aún sin habernos visto nunca antes.
Pero como siempre me ha pasado con ella, me tenía reservada una sorpresa. De manera inesperada, tras desnudarse deprisa y con sigilo me dijo mientras se colaba en el habitáculo: "quieres que sea yo quien te enjabone", abrí los ojos de par en par, allí estaba desnuda, con sus grandes pechos y sus bellos pezones apuntando hacia mi, con su sexo completamente rasurado al igual que yo, que me gusta llevarlo así también.
Sin mediar palabra por mi parte asentí con la cabeza. Me mando ponerme contra la pared a modo de un detenido y ella empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos. Primero mi espalda y mi culo, que sabía le encantaba, pues una vez le había mandado una fotografía mía desnudo de espaldas y lo había alabado. Luego siguiendo en esa postura, arrimó sus voluminosas tetas a mi cuerpo y sus manos empezaron a recorrer mi pecho y mi vientre desde atrás acercandolas a mi ya erecta polla, empezando a ejercitar en ella delicados movimientos masturbatorios con sus suaves y delicadas manos mientras me besaba el cuello con ternura. Yo quería darme la vuelta, pero ella me susurró al oído que no lo hiciera, que me relajara y me dejara hacer. Era muy excitante tenerla ahí pegada viendo sólo su mano derecha haciendome una paja, mientras que con la otra acariciaba mi velludo pecho y sus enormes tetas se apretaban contra mi espalda. Me estaba dominando y yo me dejaba hacer, mientras el agua caía balsámica sobre nuestros cuerpos.
Cuando estaba a punto de correrme, su mano cesó en sus movimientos, me ordenó que me diera la vuelta y me beso apasionadamente en la boca. Esto derivó en que tras el morreo, mi cabeza comenzara a bajar hasta sus pechos y empezara a lasmerlos con delicadeza, como ella me había dicho en ocasiones que le gustaba, saboreando sus bonitos pezones que crecieron y se pusieron duros reaccionando a mis suaves chupetones.
Mi mano diestra a su vez separaba sus muslos buscando con avidez su sexo resbaladizo, empezando a masajear con ternura su clítoris que sobresalíendo ya de su cobertura natural se notaba deseoso de mis caricias. Ella jadeaba cada vez con más intensidad, pronunciando mi nombre y diciendo cuanto había deseado que llegara este momento. Se corrió dos veces sonoramente en mi mano y tras nuevos y apasionados besos pronto tomó el mando otra vez arrodillandose ante mi, introduciendo el miembro en su boca, iniciando una mamada de esas que se recuerdan toda la vida, tal era la maestría con que me la hizo. No dejando opción a decirle que parara, terminé en su boca y mi leche resbaló por la comisura de sus labios mientras me miraba picara pero a la vez con mucho amor, preguntando si me había gustado.
¿Como no me iba a gustar si era la mejor felación que me habían realizado nunca? Pero simplemente asentí y aun con restos de semen en su boca la besé apasionadamente, tras lo cual le dije mirando a sus profundos y negros ojos lo mucho que la quería y que "era la hostia", y ambos nos reímos mucho. Ni rastro ya de nuestro nerviosismo inicial. Entre cosquillas y bromas acabamos de ducharnos, nos vestimos y salimos a cenar.
Continuará...
3 years ago