Pagando deudas ajenas (el principio)

Esa noche estaba sola en casa, aunque Daniel había dicho que tal vez vendría a visitarme muy tarde.
Me preparé para recibirlo, ya que estaba demasiado caliente.
Me sumergí en la bañera para darme un relajante baño de inmersión caliente y, además, me hice una tremenda paja con mis dedos traviesos. Después de aullar como loca allí adentro, sabiendo que nadie me oiría, sequé mi cuerpo suavemente y me vestí solamente con una remera larga y sandalias de taco alto, sabiendo que a mi novio le excitaba verme así.
Me recosté en el sillón frente al televisor, para disfrutar de una buena película erótica. Apenas había comenzado, cuando llamaron a la puerta.
Desconfiada como siempre, pensando que a esa hora era muy tarde; abrí solo una rendija hasta donde permitía la cadena de seguridad. De inmediato, antes de que pudiera asomarme, una violenta patada rompió la cadena y abrió la puerta de par en par, haciéndome caer al piso.
Dos hombres corpulentos entraron empujándose entre ellos.
“Quiénes son ustedes; qué quieren…? Pregunté asustada.
“Buscamos a tu macho; nena… dónde está…?” Dijo uno de ellos.
“Todavía está trabajando, vuelve en cualquier momento…” Respondí.
El tipo comenzó a caminar hacia donde yo estaba en el suelo. Comencé a temblar, pero intenté reptar hacia atrás para tratar de conservar la distancia. Se estiró y me levantó jalándome por los cabellos…
“Tu macho nunca trabajó, nena… dónde está ahora…?” Insistió.
Me empujó hacia atrás, contra el otro hombre, que se había colocado a mis espaldas. Este segundo tipo me abrazó por la cintura y me pegó contra su cuerpo. Pude sentir la dureza de su verga presionando contra mi culo desnudo.
“Ya te dije, está ahora en su oficina…” Respondí, ahora más asustada.
Intenté zafar del abrazo del segundo hombre, pero él entonces subió sus manos y aferró mis tetas desnudas. Se me endurecieron los pezones al instante y mi concha comenzó a humedecerse.
“Ah, Charlie, no te puedo decir qué buenas tetas tiene esta putita…”
Dijo, mientras me sobaba las tetas y me lamía la oreja con lascivia.
Su amigo sonrió y le advirtió:
“Te dejo esas tetas, Pepe… a mí me toca ese culo apretado…”
Comencé a lloriquear, suplicándoles que no me lastimaran. Todavía no podía entender su insistencia en conocer el paradero de Daniel…
“Si tu novio no nos paga, nos vamos a tener que cobrar con vos…”
Dijo el tal Charlie acercándose a mi cara.
“Vuelve en cualquier momento” Mentí, como última defensa…
Entonces Pepe me apoyó decididamente la pija tremendamente dura contra la raja de mi culo. Una de sus manos bajó por mi vientre y pronto sus dedos se deslizaron por dentro de los pliegues de mi labia…
“No por favor… déjenme…” Rogué, no demasiado convencida, mientras luchaba contra mi calentura y las ganas que tenía de ser cogida.
Quise quitar la mano de Pepe; pero una vez que mi mano se posó sobre la de ese hombre, le permití continuar acompañando sus movimientos.
Charlie se acercó y paso su lengua por mi cara. Retrocedió y largó una carcajada, viendo los dedos de Pepe que entraban y salían de mi vagina cada vez más mojados…
“La putita ya está bien caliente y mojada. Yo voy primero…” Anunció.
“No por favor…” Volví a suplicar suavemente; ya no muy convencida.
Pepe me soltó y Charlie me empujó muy suavemente hacia abajo; haciéndome arrodillar de manera sumisa ante las dos pijas duras.
“Vas a pagar la deuda de tu macho?” Me preguntó, humillándome…
Asentí en silencio con mi cabeza y abrí mis labios decididamente, para recibir la verga de Pepe; mientras acariciaba la de Charlie.
Comencé a alternar mi lengua entre ambas cosas enormes.
Con fervor me dediqué a chupar ambas pijas, sentí que esos tipos ahora estaban en mi poder, aunque sabía que ellos iban a cogerme sin piedad.
“Qué buena perra tiene tu macho…”
Suspiró Charlie, tomándome del pelo y haciendo que me pusiera de pie.
Pepe se apartó y Charlie me estrechó contra su cuerpo. Su mano me acarició suavemente el culo y fue bajando lentamente entre mis nalgas hasta llegar a mi estrecho ano. Uno de sus dedos hizo una suave presión, a lo que yo respondí con igual fuerza hacia él, sintiendo que se deslizaba traspasando mi apretado esfínter anal.
Enseguida su dedo salió de mi ano y continuó hacia mi vagina. Allí comenzó a masajearme hábilmente haciendo que cerrara mis ojos y dejara escapar un largo suspiro de placer.
Charlie se sentó sobre la alfombra y yo, sin pensarlo demasiado, coloqué mis piernas una a cada lado y comencé a sentarme sobre él. Cuando esa gruesa verga hizo contacto con la humedad de mi vagina, lancé un prolongado suspiro. Iba a dejarme coger por dos desconocidos que odiaban a mi novio y eso me calentaba mal.
Esa primera sentada sobre la pija fue casi con bronca…
“Ayyy… está muy dura y es muy gruesa…” Alcancé a gemir….
“Ah, no estás acostumbrada a una pija tan dura…?” Preguntó Charlie.
Yo negué con la cabeza; el placer que sentía me impedía hablar.
Mientras Pepe me metía su verga en mi boca, sentí que la de Charlie me dilataba la vagina en su continuo entrar y salir y de pronto me encontré cabalgando con todo mi frenesí, aullando como loca…
De repente Charlie no pudo aguantar más y comenzó a gemir, lo que me hizo excitar peor todavía más. Lo sentí derramarse en mi concha y entonces yo exploté también, entre jadeos y quejidos de placer.

Me salí de encima de Charlie, que quedó tendido en el suelo, tratando de recuperar la respiración. Ahora le tocaba el turno a su amigo.
Pepe me tomó por los hombros y con bastante rudeza me hizo poner de pie. Luego me empujó contra la pared, donde apoyé mis manos y él me tomó por los cabellos, haciéndome pegar la cara contra los ladrillos…
La penetración fue repentina y lancé un aullido de sorpresa, ya que su amigo me había dejado bien dilatada y lubricada. Sus embestidas comenzaron a ser brutales, mientras me jalaba del pelo y no me dejaba mover la cabeza. Me lamía la oreja mientras me bombeaba y eso me calentaba muy, muy mal…
“Vas a ser mi putita, nena…” Y yo le dije que sí, entre jadeos y gemidos.
“Yo te cojo mucho mejor que el cornudo de tu novio…” Gruñó a mi oído.
Esa última acotación hizo que yo me entregara a un tremendo orgasmo; la acabada fue terrible y lancé gemidos hasta llorar de placer.
Pepe no había acabado. Pero notó mi orgasmo y siguió bombeándome, con más frenesí todavía. Apenas un par de minutos después, él acabó gruñendo. Me llenó la vagina de semen caliente, que comenzó a deslizarse entre mis muslos…
En el instante en que me la sacó chorreando, todos oímos el ruido del motor de un auto en la puerta… Daniel había llegado.
Ambos hombres se miraron y comenzaron a arreglarse las ropas. Yo alcancé a limpiarme el semen de los muslos con un papel de cocina…
Y lo peor todavía no había pasado…
Published by malebens
4 years ago
Comments
Please or to post comments