El agujero en la pared

Había estado haciendo compras esa tarde en el paseo de las grandes tiendas; pero no había encontrado nada que me gustara; por lo tanto, no estaba de muy buen humor.

Estaba muy caliente, eso sí; bastante excitada con las miradas que me echaban todos los hombres; los que iban solos o de la mano de sus desabridas esposas. Sentía que me desnudaban con la mirada. Algunos me hacían guiños o gestos…

Me excitaba sentirme deseada por esos hombres y ya me estaba humedeciendo un poco…

Decidí ir a los baños. Sabía que en esos lugares públicos, se alineaban retretes repletos de las más obscenas inscripciones. Alguna de esas cabinas tenía agujeros en los mamparos…

Al entrar al baño de hombres, pude oír el golpeteo rítmico, cada vez más violento, contra el tabique de separación y cómo los gemidos se mezclaban con insultos…entre dos hombres…

Encontré que, entre el tercer y cuarto retrete, había un agujero bastante grande, toscamente horadado en el tabique. Sin apenas dudarlo un segundo, me metí en la tercera cabina.

Entré allí, trabé la puerta y me bajé los jeans y mi tanga hasta los tobillos, dándole la espalda al mamparo donde estaba el agujero. Me quedé esperando, mientras oía que, al lado, alguien entraba y se desabrochaba sus pantalones; mientras el tintineo del cinturón se mezclaba con los ruidos y gemidos de las cabinas contiguas.

De reojo, pude percibir una tremenda erección apareciendo por la abertura detrás de mi cuerpo. Apoyé mis manos contra el tabique opuesto, para exponer mi culo a las embestidas de esa verga…

Una mano reemplazó a esa verga palpitante y pronto esos dedos comenzaron diestramente a acariciarme la vulva, ya muy jugosa.

Entonces noté la verga de ese desconocido acercarse palpitante, aunque inusualmente grande, ancha y muy expandida, muy dura, que ahora trataba de apoyarse en mi entrada anal…
Un gemido seco salió desde lo más profundo de mi garganta.

Sentí esa gruesa cabeza pugnando por adentrarse, venciendo, finalmente, la natural resistencia de mi apretado esfínter.

Con esa dura verga ya alojada enteramente en mi culo, el ritmo y los movimientos con los que profundizaba y se retiraba por mi tan estrecho recto, hacían que dolor y placer se combinaran bien…

Pronto obtuve un gozo que se me antojó absolutamente novedoso.
Mientras era placenteramente sodomizada, levanté un poco mi cabeza, a fin de tomar un poco de aire y percibí, por primera vez, un pequeño agujero con forma de mirilla en el tabique opuesto.

Estaba apenas a unos pocos centímetros de mi rostro y una pupila me observaba atentamente. El vaivén de la verga en mi culo; mis propios dedos acariciando mi clítoris y la excitación de este nuevo descubrimiento hicieron que tuviera serias dificultades para contener el orgasmo.

Mientras notaba un ligero temblor en mis piernas anunciando la inminencia del clímax, apreté con fuerza mis glúteos, lo que provocó a mi amante emitir un gruñido de placer y un insulto…

Justo en ese instante mis pensamientos fueron ahogados, abatidos y definitivamente arrasados por un orgasmo tan poderoso, que ni la más perra de las hembras en celo habría podido contener...
Published by malebens
4 years ago
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