El mismísimo Diablo

No me importa que sea un clérigo. Ni que sea un hombre mayor. Me excita su acento andaluz y su olor a macho. Me gusta su mirada que recorre mi cuerpo cada vez que me desnudo para él…

Me arreglo la ropa y el pelo, mirándome en el espejo de su pequeño despacho en la sacristía.
Mis piernas todavía tiemblan después de nuestro encuentro.

Siento que sus ojos siguen devorándome con deseo.
Pero se me hace tarde. Camino despacio hacia la puerta, contoneando mis caderas sugerentemente para él.
Supongo que todavía quiere más…
Al tocar el picaporte, él se echa sobre mi cuerpo. Me empuja contra la puerta; acaricia mi culo sobre mi falda y susurra a mi oído:
“Eres el diablo vestido de mujer… y no puedo resistir la tentación”
Me sube la falda negra hasta la cintura y acaricia mis cachetes.
Siento su verga bien hinchada rozando mis humedecidos labios vaginales, mientras su lengua no deja de lamer mi nuca.
Aparta a un lado mi tanga y acaricia mi humedad, haciéndome gemir cuando siento su dedo rozar mi inflamado clítoris. Entonces empujo hacia afuera mi trasero y separo mis piernas para que él pueda acceder mejor.

Se levanta la sotana y baja la cremallera de sus pantalones. Cuando siento su verga apoyada sobre mi propia humedad, me estremezco. Siento que la refriega despacio y luego apunta para abrir mis dilatados labios vaginales.
Permanezco quieta, esperando ese momento y de repente siento que comienza a entrar; surca mi intimidad con su verga, me hace temblar; me abraza; aprieta mi cuerpo contra el suyo, mientras yo cierro los ojos y me apoyo con las manos sobre la puerta.
Sus manos buscan ansiosas mis tetas, las masajea, las soba, mientras su dura pija empieza a moverse, a salir y entrar de mi cuerpo.
Jadeo excitada, dichosa y plena; sintiéndolo otra vez dentro de mi ansiosa vagina.
Va aumentando el ritmo, empujando cada vez más adentro. Siento que su pija se hincha dentro de mí; él también jadea y suspira mientras me bombea con suavidad. Yo me estremezco sintiéndolo y sé que no tardaré en alcanzar otro intenso orgasmo.

Pero él no me lo permite, mientras arremete cada vez con más pasión. De repente empiezo a convulsionarme presa del placer, al igual que mi amante. Acabo, dejando escapar un largo suspiro…

No tarda mucho en descargarse dentro de mí, empujando a fondo.
Y cuando siento su semen caliente a fondo, él musita a mi oído:
“Eres el mismo diablo…”
Published by malebens
4 years ago
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